jueves, 19 de noviembre de 2009

Otro triunfo de los violentos

En los últimos años muchas personas desistieron de asistir a los estadios. Manoseados al extremo, estafados, entendieron que las razones para dejar de ir al fútbol eran mucho más sólidas que aquellas que hacían fuerza por continuar detrás de los colores del corazón en ese sentimiento de pertenencia que el hincha genuino del fútbol conoce como nadie.

Maltrato policial y trampa dirigencial a la hora de sacar entradas, tribunas hacinadas con oscuros agujeros en lugar de sanitarios a 30 pesos, gaseosas tibias y diluidas a precio de restaurante, robos, cuidacoches extorsionadores y el feroz proceder de las barras generaron un escenario de temer. Una sociedad cada vez más violenta encontró la condensación de sus perores conductas en los estadios de fútbol.

Los barras, siempre hinchas de su propio negocio, existen y operan a su antojo por el aval político, que se derrama a la Justicia, la Policía y la dirigencia deportiva. Así, los violentos se transformaron en actores protagónicos, en un factor de poder en el fútbol. Muchos espectadores, sin formar parte de la barra, han sabido vivar su ingreso a las tribunas, cantar muertes rivales y golpearse el pecho por su banda. Los han legitimado; no son culpables de su existencia, pero sí tienen una responsabilidad que no asumen.

En las últimas fechas comenzaron a verse en muchas tribunas banderas que rezan “Hinchadas Unidas Argentina”, acompañas por isologos que remiten, indefectiblemente, al Gobierno Nacional. Claro que no aparecieron colgadas en un lugar secundario del perímetro de juego, sino en el centro de las tribunas, donde se ubican los violentos. Se trata de un reconocimiento a vista de todos y no ya solapado de los vínculos entre la dirigencia política y los barras.

Miles de hinchas argentinos han sido expulsados del espectaculo más popular. Los que en buena parte han sido responsables de esos alejamientos contarán con el apoyo gubernamental para viajar a Sudáfrica el año próximo. Las barras están integradas por delincuentes y no carecen de asesinos; a ellos premiará el más fuerte poder político actual con viajes al Mundial, sueño imposible de ser soñado por cualquier trabajador promedio. Marcelo Mallo, operador del kirchnerismo, manejará este ejército que bajo la pantalla de una ONG será la fuerza de choque para actos políticos, aprietes de distinto índole y que llegado el momento aportará celosos fiscales que no dudarán en imponerse con su único idioma, la violencia.
(Foto: Infiernorojo.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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