lunes, 28 de septiembre de 2009

Basile y un cambio que no llegará

Afuera de la lucha por el campeonato, a Boca le quedan 13 fechas para lograr la quimera de clasificarse a la próxima edición de la Copa Libertadores, porque con las actuales pobres producciones y a partir de la cantidad de puntos que necesita sumar imaginarse en el principal certamen continental se presenta como una empresa inalcanzable. Para revertir este presente se impone un cambio que, por la forma de pensar de su entrenador, difícilmente se dará.

Alfio Basile descansa en la impronta de los futbolistas y no cree en un colectivo que mecanice movimientos; por eso no acumula horas de trabajo y programa breves prácticas vespertinas, sin doble turno. Desestima el aporte que pueden significar futbolistas juveniles (lo que implica una descapitalización para la institución) o con poca experiencia y no buscará soluciones en la Reserva o la Cuarta División. Otra de sus máximas, reflejada en la habitual declaración sobre su apego a tener un once de memoria, es que siempre, bajo cualquier circunstancia, hay que bancar a los jugadores y no se los puede quemar sacándolos.

El Coco no siempre pesó así. Cuando a principios de la década del 90 se hizo cargo de la dirección técnica de la Selección entendió que se imponía un recambio generacional y armó un conjunto casi juvenil, repleto de caras nuevas con la celeste y blanca, que desplegó un fútbol colectivo, vertical, atractivo y ganador en el período entre mundiales que separó los campeonatos de Italia y Estados Unidos. En plena Copa América disputada en Chile, en 1991, no dudó en reemplazar a Diego Latorre, diamante de Boca, por Leonardo Rodríguez, quien despegaba en San Lorenzo. Pero los tiempos cambiaron y Basile también. Comenzó a apoyarse en una filosofía de fútbol de café que lo desdibujó como entrenador. La versión como técnico presentada en los últimos 15 años ha sido muy pobre, a excepción del exitoso paréntesis xeneixe 2005-2007.

En Boca el presente es inviable y el futuro próximo imposible con una aglomeración de jugadores con muchos kilómetros recorridos, como Roberto Abbondanzzieri, Hugo Ibarra, Juan Román Riquelme y Martín Palermo. Sebastián Battaglia también podría integrar este grupo sino fuera que su aporte sigue siendo fundamental. Con ventaja desde su documento (aún no tiene 30 años), el mediocampista central es el más regular y mejor jugador de Boca en los últimos dos años.

En el caso de JR y el goleador se agrega el dato para nada menor de sus irreconciliables diferencias y los problemas que esto implica en el seno del plantel. Todos quienes tienen poder de decisión en el club deberán evaluar qué pierde y qué gana el equipo con la permanencia de uno y la salida del otro y actuar en consecuencia, ya que no hay lugar para los dos. Pese a que los exegetas de Basile han ponderado siempre su dominio de las internas de vestuario está claro que no pudo desatar el nudo existente.

Este año es el peor xeneixe en casi ocho décadas de profesionalismo si se toma como parámetro el porcentaje de puntos obtenidos. Basile no es el único culpable. Varios jugadores arrastran rendimientos muy bajos y algunos agregan, además, poco compromiso ante la adversidad. A eso se suma una prestación física muy mejorable por el desgaste que implicó la gira europea que censuró la pretemporada. Esa necesidad económica de recaudar en el Viejo Continente pagará un interés muy alto, ya que costará privarse de los ingresos por participar de la Copa Libertadores y el prestigio deportivo de no estar en el campeonato del que disputó cinco de las últimas diez finales, ganándolas en cuatro oportunidades.

Ese tour en el invierno boreal es parte de las culpas que le caben a la dirigencia, liderada por el presidente Jorge Amor Ameal, y la gerencia, a cargo del manager Carlos Bianchi. Antes, ambas partes le habían negado a Carlos Ischia la posibilidad de reforzar el equipo, también fueron responsables de que el club perdiera a un gran arquero como Mauricio Caranta, a comienzos de la presente temporada esquivaron la responsabilidad de abrir la puerta de salida a glorias con mucho más pretérito que presente y, finalmente, eligieron un entrenador que no era el indicado para la coyuntura, aún pidiéndole que siga tras presentar su renuncia.

Porque luego de la derrota como local ante Godoy Cruz Basile había entendido que no podía encontrar las respuestas que buscaba. Sin embargo, allegados y dirigentes le hicieron rever su postura. Malos rendimientos y un pequeño puñado de puntos habían ensombrecidoa Basile y el hecho de renunciar y luego aceptar seguir debilitó aún más su posición.

Para revertir la incómoda actualidad el ex seleccionador nacional debería cambiar sus formas y abandonar sus códigos para trabajar más y mejor y prescindir de algunos de los monstruos sagrados que habitan en el plantel boquense. A esta altura de su vida, Basile no lo hará y así será muy difícil que Boca logre terminar este año de otra forma que no sea mal.
(Foto: Ellitoral.com - AFP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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