
En la decimoquinta fecha del torneo Apertura, los más perjudicados fueron los simpatizantes de Lanús y Banfield, cuyo clásico comenzó a las 18:45 del viernes. Pero eso fue solamente una parte del atropello. Los dos goles del derby sureño, convertidos por Diego Lagos y Nicolás Bertolo, se concretaron en el primer tiempo, es decir antes de las 19:30. Pero fueron tomados de rehenes por la televisión, que los liberó recién el domingo luego de que los relojes de Buenos Aires y las provincias que comparten el mismo huso horario ya habían dado las 23. Sí, casi 52 horas después. Muchos fueron los hinchas del Granate y el Taladro que por cumplir con su jornada laboral o estar camino a sus hogares no pudieron ver el partido y tuvieron que esperar más de dos días para ver un compacto que escasamente superó los 5 minutos.
Días y horarios inconvenientes, violencia, entradas costosas y estadios sin comodidades hicieron que mucha gente deje de ir a la cancha. Ese compendio de dificultades para el espectador fue funcional a los intereses de la televización, que vio incrementarse no sólo el número de suscriptos al cable, sino también de compradores de los encuentros codificados. Sin embargo, pagar estos servicios implica un despeojo en tanto escasean las repeticiones de las jugadas polémicas, las vistosas y los goles. Todo ese material se le niega a quienes abonan mensualmente para ver partidos en vivo y se lo retiene de modo tal que se garantice un piso de rating al programa que a partir las 22 del domingo, desde hace más de 20 años, tiene la exclusividad del estreno de las imágenes de los encuentros de Primera División.
Apenas finalizado un partido del Real Madrid, Manchester United, Juventus o Bayern Munich, sea por liga local o certámenes europeos, ya están disponibles los goles y las jugadas decisivas desde todos los ángulos. Pagar un servicio de televisión por cable permite eso, aunque para ver imágenes de un partido del campeonato argentino hay que esperar hasta las últimas horas del domingo, aunque el encuentro se haya disputado en la tarde del viernes.
La estafa es doble. Por una parte, la venta de los derechos de televización desde la AFA ha sido un despojo para los clubes, lo cual no responde sólo a la voracidad de la empresa que realiza todo tipo de arbitrariedades, sino también a la vergonzante entrega hecha por Grondona, a la nula defensa de sus instituciones por parte de los presidentes y a la inexistencia de una legislación que prohíba esas conductas monopólicas que ejerce la empresa dueña del fútbol. Por otra, porque el producto del negocio es también un golpe para los telespectadores, que deben esperar a veces más de 48 horas por unas pocas imágenes del encuentro de su equipo, y también para aquellos que pagan para ver en vivo los partidos y son privados de una transmisión de calidad.
(Foto: Lanacion.com.ar)
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