sábado, 17 de mayo de 2008

De hipocresías y otras yerbas

Muchas veces una problemática determinada, una realidad compleja, se condesa en un hecho. De esta manera, aparece claro el trasfondo al que comúnmente sólo se pude acceder desde un compendio de razonamientos. La situación protagonizada en estos días por Oscar Ahumada, mediocapista de River, respondió a estos parámetros para convertirse en uno de esos momentos en los cuales un acto puntual desnuda y deja a la vista la mugre que se pretende esconder bajo la alfombra.

El temperamental futbolista expresó en una nota radial haber sentido un potente silencio en el Monumental cuando San Lorenzo anotó el primero de los dos goles que eliminarían a River de la Copa Libertadores, y echó nafta sobre esa incandescencia al asegurar que recordaba el aliento de la parcialidad xeneixe en algún clásico que en la Bombonera los millonarios ganaban 2 a 0. Esa fue la mecha para dejar expuestas con crudeza las miserias que abundan en el fútbol argentino. A partir de entonces, hipocresías, demagogias, chantajes y otras conductas coparon la escena.

Por un lado están los técnicos y jugadores que suelen legitimar una de las múltiples caras de la violencia al decir que quien paga una entrada tiene derecho a insultar. Pero como eso de poner la otra mejilla nunca se llevó bien con el mundo de la pelota, entonces la agresión que baja desde las gradas puede tener su respuesta de los protagonistas, como en este caso Ahumada. Y por supuesto del otro lado se recoge el guante y un puñado de hinchas de River se juntan en la puerta de la vivienda del jugador para repudiarlo. Eso sí, para reclamarle a la impúdica dirigencia de River por los favores a los violentos o las increíbles ventas a grupos inversores no dirán presente, ya que el análisis no va más allá de las declaraciones de Ahumada, de si juega o no Ariel Ortega, de los cambios de Simeone, de un gol o de que la pelota pegue en el palo. Y la Comisión Directiva agradece esa ceguera selectiva de y le aplica una multa económica a Ahumada, quien retruca y advierte que si le meten la mano en el bolsillo hablará sobre los manejos de la directiva en cuestiones de pases de jugadores. ¡Chan!. Aguilar y los suyos se estiran el cuello de la camisa con el índice y optan por dejar la sanción en suspenso. Así, varios de los eslabones que componen el ámbito del fútbol vernáculo se ponen en evidencia.

Pero por una lógica cuestión de escalafón parecería ser claro que no les caben las mismas responsabilidades y obligación a hinchas, futbolistas, técnicos y dirigentes. Ocurre que cuando las torpezas y los malos manejos chorrean desde lo más alto de la pirámide se crea una situación caótica como la hoy domina a nuestro fútbol. En tanto los máximos responsables continúen priorizando un negocio destructivo, los protagonistas prosigan legitimando las peores prácticas y los estadios sigan siendo el sitio de catarsis de las problemáticas sociales, todo continuará enmarañado y sucio.
(Foto: Ole.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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