miércoles, 14 de febrero de 2007

Doble o nada

La salida del laberinto en que se había transformado el Villarreal depositó a Juan Román Riquelme en el sitio que le devuelve la sonrisa. La amplia y continua sonrisa que no abandonó en su presentación oficial junto a Mauricio Macri y Pedro Pompillo. Su segundo ciclo en Boca se presenta como la alternativa ideal para un 2007 que había comenzado para el talentoso mediocampista con sombras de pesadilla. Porque supo hacer durante más de tres años del Submarino Amarillo un hogar perfecto, al tener rol protagónico en un equipo que se amoldaba a su juego y vivir en una tranquila ciudad que no lo ahogaba por su estatus de futbolista estrella. Las recientes diferencias con el entrenador chileno Manuel Pelegrini derrumbaron ese mundo casi ideal en el que morada con felicidad el ídolo xeneixe.

Con todo, la llegada de Riquelme a Boca tiene, al menos, dos lecturas posibles. Por un lado, se trata del regreso de un jugador de enormes condiciones, que llega para potenciar y jerarquizar a su equipo y al torneo argentino. Pero, asimismo, arriba luego de un derrotero que comenzó con una actuación decepcionante en el Mundial de Alemania, la posterior renuncia al seleccionado, el reciente conflicto en el Villarreal y el desinterés de club europeo alguno por sumarlo a sus filas.

Entonces, los cortos seis meses de JR en Boca serán una apuesta a doble o nada. Descollará en busca de su revancha personal para mostrar su valía, o continuará por el mismo camino que lo trajo de nuevo al país, abundarán las críticas y seguirá el hombre surgido en Argentinos Juniors sin poder levantar cabeza. Sus condiciones no merecen discusión, por lo que restará ver su adaptación a un entrenador, Miguel Ángel Russo, de fuerte rigor táctico (tal vez la mayor debilidad de Riquelme) y cómo resolverá más de dos meses sin competencia oficial.

Riquelme llega a Boca antes de lo que hubiese imaginado, ya que su deseo era permanecer en la liga española. No es difícil entonces intuir que buscará capitalizar estos seis seis meses en Boca para obtener su pasaje de regreso al fútbol europeo. Así, motivación y presión también tendrán su disputa en la mente y las piernas del hombre que rompió el mercado argentino versión 2007.

Tampoco debe obviarse que repatriar a Riquelme, en una cifra que parecería imposible para un club argentino (Boca le habrá pagado 2.000.000 de dólares al 30 de junio del corriente año) es una jugada a la que Mauricio Macri espera sacarle rédito político en un fuerte año electoral; porque es claro que todo lo que el líder del PRO es en al arena política se cimenta en sus más de 10 años como presidente de Boca.

La sonrisa de quien se calzó la muy simbólica camiseta número 10 de la selección argentina en el último Mundial en su presentación en Boca es un síntoma para los hinchas xeneixes. Será un nuevo capítulo en la historia del último jugador que logró polarizar las posturas del pueblo futbolero con defensores obstinados y detractores obsesionados.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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