martes, 27 de enero de 2015

El adiós de Juan Román Riquelme

"En la época de las autopistas, Riquelme prefiere viajar mirando el paisaje, más interesado por el camino que por la llegada". 
Jorge Valdano 

Con la pelota pegada al pie y la vista en todos lados a la vez, profesó un fútbol quijotesco; y pudo con casi todos los molinos de viento que aparecieron en su camino. Cautivó con su juego a muchísimos. A otros tantos los desencantó con algunas conductas. Nunca fue uno más. Juan Román Riquelme acaso haya sido un futbolista intemporal, que con características de un juego de otras décadas se hizo maestro de ceremonias en el fútbol tecnológico de esta era.

Su retiro es el adiós de un jugador que marcó una época en las canchas del fútbol argentino. Sus botines siempre estuvieron calibrados con precisión de excelencia, dispuestos a cumplir con los mandatos de una mirada sagaz y una cabeza prodigiosa. Esos zapatos ya no volverán a atarse. “He tomado la decisión de no jugar más al fútbol”, aseguró sin rodeos en una entrevista concedida a la señal de cable ESPN. Así fue su despedida, a los 36 años y después de haber jugado en la segunda categoría con Argentinos Juniors, club en el que se había formado.

"Tenía claro que para seguir jugando a la pelota tenía que ser algo que me interese", sentenció. Hecho económicamente, no le es combustible suficiente firmar un último suculento contrato en un fútbol exótico, en Estados Unidos o Asia. "Trabajé de lo que me gustaba, disfruté al máximo y me quedan muchos recuerdos. Estoy muy contento con la carrera que tuve”. Ya no había lugar para más.

Señalado en ocasiones por parte de la prensa (aunque siempre fueron más los elogios que las críticas), Riquelme logró algo invalorable, resguardo que solo alcanzan los grandes futbolistas: la admiración de sus colegas. En cualquier tarea, nada vale más que el reconocimiento de los pares. Ante el anuncio, distintos futbolistas de todo el mundo expresaron su admiración por el diez azul y oro; uno de ellos fue nada menos que Zinedine Zidane.

Destinado a perdurar en el recuerdo, logró ese favor a partir de haberse convertido en el mayor ídolo de uno de los dos equipos más popular del país. La imagen de Riquelme con la camiseta de Boca siempre estará en la más alta consideración para los hinchas xeneizes. Si se trataba de transcender, Román lo consiguió largamente.

Cosechó títulos a mansalva. Con Boca ganó cinco campeonatos locales, la Copa Argentina, la Recopa Sudamericana, tres Libertadores (2000, 2001 y 2007) y una Intercontinental. Alzó en dos años consecutivos la Copa Intertoto con el Villarreal, club al que llevó a los logros más altos de su historia, con un protagonismo en España y en Europa desconocido hasta su llegada. Vestido de celeste y blanco fue campeón del mundo Sub 20 en 1997 y olímpico en Beijín 2008.

Con o sin causa, siempre fue un rebelde. Ensimismado en su manera de entender el juego y el modo de transitar en los sinuosos pasillos del hiperprofesionalismo, no faltaron los conflictos. Los tuvo con los entrenadores; con Louis Van Gaal en Barcelona, con Manuel Pellegrini en el Villarreal y con Maradona en la Selección, aunque Diego no llegó a dirigirlo por la negativa de Riquelme de participar en su ciclo, lo que fue su segunda renuncia al equipo nacional, después de la de 2006. No fue buena su convivencia con Julio César Falcioni en Boca y, en menor medida, con Néstor Gorosito en Argentinos. Hubo, además, enfrentamientos con algunos compañeros de peso, siendo el más expuesto el que mantuvo con Martín Palermo. No dudó en parapetarse ante los dirigentes, enfrentándose públicamente con Mauricio Macri y Daniel Angelici durante sus presidencias en Boca. Tampoco creyó en eso de que el público es soberano y los mandatos de las tribunas son irrenunciables.

El retiro de Riquelme es el de un gran general del fútbol, un estratega talentoso y sutil como ya no quedan. Con lucidez suprema para leer el juego y un pie derecho de seda para ejecutarlo con maestría, se elevó muy por encima de la media. Habló en la cancha, con su juego y sus gestos, y también lo hizo frente a los micrófonos, con perfecta noción del impacto de cada una de sus frases, siempre con contenido. Futbolista fino y contestatario, nunca pasó desapercibido. Juan Román Riquelme fue un futbolista de excepción.
(Foto: Infobae.com-AFP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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