martes, 15 de abril de 2014

Sabella, decidido por los suyos

La elección le pertenece, se la obliga su cargo y la sostiene el sólido argumento del conocimiento íntimo y detallado de los protagonistas a partir de la convivencia. Alejandro Sabella, técnico del seleccionado, parece tener decidida la lista mundialista para Brasil hace rato. El entrenador está convencido de los suyos, del valor de los futbolistas que sostuvieron su proceso al frente del conjunto nacional, más allá de los rendimientos actuales.

Si bien la mayoría de los nombres que se vislumbran en la nómina de 23 se impone sin objeciones, un puñado de futbolistas ingresaron en cierto limbo.

Los casos más emblemáticos en este sentido son los de Fernando Gago y Ever Banega, dos futbolistas con roles muy similares asignados en el seleccionado y que arrastran un tiempo prolongado de actuaciones muy por debajo de las que supieron mostrar. Con 28 años el porteño y 25 el rosarino, ninguno de los dos resaltó en la reinserción en el fútbol argentino. Vinieron a buscar algo que no encontraron.

Ambos regresaron de Europa después de conflictos en el mismo club, Valencia. Entonces, Gago pegó la vuelta de España para sumarse a Vélez, pero lo que a todas luces se presentaba como una incorporación de lujo para el club de Liniers se transformó en una enorme decepción: apenas ocho partidos en un semestre, producto de lesiones encadenas una tras otra. El regreso a Boca se inició también con problemas físicos; superada esa etapa habitó el mediocampo xeneize sin señas del que fue. Destacaron más los gestos de fastidio que su juego. Una nueva lesión acaba de dejarlo afuera del equipo por lo que queda del torneo. Muy bajo en su nivel y con un físico de cristal, es temerario pensarlo para siete partidos en un mes.

Por su parte, Banega se sumó a Newell´s, club ligado a sus afectos, y también su actualidad lo expone disminuido. Sin la cantidad de minutos en cancha que podía augurársele y con desempeños discretos, lejos de imponer condiciones, su imagen se ha distorsionado. El equipo rojinegro perdió el rumbo y en ese naufragio no encontró a qué aferrarse. Al igual que en el caso de Gago, no marcó la diferencia que se esperaba y que, por caso, en sus regresos a la Lepra sí impusieron Maximiliano Rodríguez y Gabriel Heinze.

Gago y Banega encabezan una lista a la que se le agregan más nombres, pero Sabella confía en los suyos. Los conoció en su mejor versión y debe augurar la reaparición de esas prestaciones a partir de la motivación que genera un Mundial. Las incógnitas son grandes, pero el entrenador parece decidido a asumir el desafío de resolverlas.

Los entrenadores quieren para los grandes desafíos a los futbolistas en los que más confían. Buscan el éxito con las herramientas que entienden mejor se ajustan a la tarea requerida. No hay cuestionamientos para ese comportamiento. Sin embargo, una lista mundialista debería tener lugares reservados para la actualidad más furiosa, para esos jugadores que en los meses previos a la cita más importante muestran jerarquía y aptitudes destacadas. El caso más emblemático es el de Héctor Enrique, pieza vital en la conquista del Mundial de México, quien antes del campeonato solamente había jugado dos partidos en la Selección (ante Noruega e Israel), ambos en el mismo año 1986.

Sin tiempo para pruebas y ensayos, la lista se adivina cerrada hace mucho tiempo en la cabeza de Sabella. El técnico se la juega por los suyos, aún con los riesgos del caso por los desconcertantes mensajes que le mandan algunos de sus futbolistas.
(Foto: Telam.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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