martes, 21 de mayo de 2013

Independiente quiere ser la excepción a la regla


En la pasada temporada, Banfield y Olimpo cambiaron de entrenador en el campeonato del segundo semestre pero de todos modos fueron los dos equipos que perdieron la categoría. En el Taladro se había ido Jorge Da Silva para que llegase Eduardo Acevedo y en el conjunto bahiense Walter Perazzo reemplazó a Héctor Rivoira. En el presente torneo, San Martín de San Juan y Argentinos Juniors también optaron por dejar de lado al técnico con el que habían iniciado el certamen para buscar un nuevo conductor. Fue Rubén Darío Forestello por Gabriel Perrone en el elenco cuyano y Ricardo Caruso Lombardi por Gabriel Schurrer (previo interinato de Fabián De Sarasqueta) en el Bichito. Sin embargo, el descenso parece la inevitable desembocadura del río en el que navegan. Más atrás en el tiempo sobran otros ejemplos.

Independiente desafió a los antecedentes para hacer su última apuesta. Tras el empate con Unión en el estadio Libertadores de América, Javier Catero, presidente del club, se deshizo de Américo Rubén Gallego para el arribo de Miguel Ángel Brindisi. Al menos hasta ahora y aunque todavía no sea suficiente, el movimiento causó un efecto revitalizador. El Rojo cosechó desde entonces 10 puntos de 15 posibles y comienza a ver un haz luz al final del largo túnel que recorre hace 33 fechas.

El movimiento incluyó un capítulo crucial. Brindisi fue una opción secundaria para Independiente y cuando llegó el ofrecimiento lo desestimó. Un llamado de Julio Humberto Grondona, presidente de la AFA, persuadió la aceptación. Esa circunstancia y las desubicadas declaraciones de Guillermo Marconi, titular del SADRA, arriesgando que Independiente, club del que se reconoció hincha, mantendría la categoría, cubrirán con un oscuro y pesado manto el tramo final de la campaña roja aunque sea legítimo.

Lo concreto es que una vez en el cargo, Brindisi dispuso para su primer partido ocho cambios respecto del equipo heredado y reinsertó a varios futbolistas experimentados que habían perdido su lugar. Las variantes no alteraron el derrotero, Atlético de Rafaela le ganó sin atenuantes y la preocupación parecía dejarle ya lugar a la resignación. Entonces, otra vez volvió a cambiar más de medio equipo y consiguió una importante victoria ante Argentinos -rival directo en esta definición-, otra ante Tigre, empató con Lanús y se quedó con los tres puntos frente a los sanjuaninos.

Brindisi descomprimió al plantel y le entregó la paz que le faltaba. Con Gallego Independiente era un cúmulo de nervios constantemente al borde del colapso. Mentes atadas y piernas paralizadas. La situación cambió y los jugadores encontraron un punto de apoyo en la tranquilidad del nuevo entrenador. El equipo mejoró su juego y las individualidades crecieron. Ambos aspectos se retroalimentan en un círculo virtuoso; el fútbol es un deporte de conjunto con piezas particulares. Por supuesto que le quedan varios aspectos por fortalecer y que los elogios todavía le quedan lejos.

Con Gallego, Independiente tal vez se hubiese ido al descenso; nunca lo sabremos. Con Brindisi acaso logre salvarse, habrá que esperar cinco fechas para conocer develar la incógnita.
Foto: (Telam.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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