martes, 15 de marzo de 2011

Un plácido hogar por una inhóspita mansión

Habitaban una casa confortable, en donde eran, ambos, amo y señor. Incluso moradores de viviendas que habían sabido ser las más elegantes admiraban su construcción. Pero, de repente, decidieron mudarse del acogedor y elogiado sitio a una inhóspita mansión, con mucho por reparar. Optaron dejar la comodidad que tenían por algo que solamente tal vez fuera mejor.

Julio César Falcioni y Walter Erviti eran protagonistas del fútbol argentino en Banfield. El entrenador, que en sus dos ciclos en el club había encontrado sin dudas su lugar en el mundo, y el zurdo mediocampista, olvidado durante muchos años en el medio local, tenían, además, contratos de elite en el contexto del fútbol argentino. Pero, aunque reconocidos y bien remunerados, migraron hacia el cartel que siempre significa un gigante como Boca, y hoy sufren el desarraigo.

Los suculentos vínculos que habían firmado tenían larga vigencia, pero decidieron interrupirlos. Esos papeles legales se han transformado en cartón pintado, en meras excusas de acuerdo a la ocasión y la conveniencia. Dirigentes, técnicos y futbolistas suelen reclamar proyectos, en los que, en realidad, ninguno cree.

Tras la derrota ante San Lorenzo, Falcioni sentenció: “No puede ser que no liguemos nada. Con Vélez fue una pelota parada y ahora un tiro de lejos". Así, aplicó la misma diatriba que sufría cuando era técnico de Banfield y despreciaban sus métodos y formas. Solía protestar contra las excusas que ahora formula. Habla de suerte y abarata el hecho de ganar un partido con una jugada con balón detenido. En un mar de confusión, Falcioni, ahora, declara como Ángel Cappa.

En la anteúltima fecha del Apertura, aún ataviado con la casaca albiverde, Erviti le había anotado un gran gol a San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro. Esa noche, como en anteriores enfrentamientos entre ambos equipos, el marplatense había sido ovacionado al unísono. Pero con contradicciones en sus declaraciones y entre lo dicho y sus actitudes logró que los hinchas del Ciclón y el Taladro lo miren de reojo. Incluso, los simpatizantes del conjunto azulgrana fueron más allá, insultándolo y silbándolo cada vez que tocó la pelota en la caída de Boca 1 a 0 frente al conjunto dirigido por Ramón Díaz, el pasado fin de semana. Despreciado por quienes lo idolatraban, ahora le queda, nada menos, la ardua tarea de ganarse a la hinchada de Boca.

Falcioni y Erviti apostaron a un futuro con más brillo. Obnubilados, abandonaron un lugar seguro por uno desconocido. Entendieron que el desafío valía el riesgo. El comienzo les ha sido muy dificultoso, pero acaso aún puedan revertirlo. Hicieron una apuesta de riesgo, poniendo en juego nada menos que el prestigio que bien se habían ganado. En no mucho tiempo conocerán el resultado.
(Fotos: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Lorenzo Mayo dijo...

Descartemos eso de que “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”. Yo creo que mucho de lo que puede explicar esto tiene que ver con ciertas concepciones generales de la sociedad que pregonan que para “triunfar” hay que ser el mejor entre los mejores. El punto que habría que poner en duda es si realmente podemos sostener, hoy más que nunca, que Boca y River son los mejores. Creo que bajo esta idea, más lógico aún hubiera sido que ambos migrasen a La Plata o Liniers. Creo que es una incesante necesidad de vértigo para probarse algo a uno mismo. Pesa más el que dirán, en el caso de JC que nunca triunfó en un equipo grande; para WE que juega sin las presiones de un club grande. Es un razonamiento ridículo, pero existe. No te olvides que el fútbol está circunscrito en un mundo que comprende mucho más que lo futbolístico.