martes, 15 de febrero de 2011

Falcioni, de espaldas a su historia

“No hay jugadores como Riquelme, por eso ensayo con dos esquemas”, había postulado Julio César Falcioni en la Posada de los Pájaros, en Tandil, donde Boca trabajó durante la pretemporada. En su primer partido oficial, el entrenador incluyó al ídolo y la disposición con él en cancha, nunca utilizada en los encuentros preparatorios, fue claramente deficitaria.

Llegó a Boca por plantar a sus equipos de una determinada manera, propuesta que insinuó con buen funcionamiento y carácter colectivo en los torneos estivales; con un sistema táctico 4-4-2, presión sobre el rival y variantes con pelota detenida. Había presentado un muy interesante boceto, que trazaba con claridad las líneas fundamentales. Pero en el debut ante Godoy Cruz dejó todo eso de lado para armar un mediocampo sin su sello, lejos de sus preferencias y con la evidencia de haber priorizado los nombres por sobre el funcionamiento. Se traicionó y lo pagó muy caro, con una estruendosa derrota 4 a 1 en el inicio del Clausura, en la Bombonera. Arrió las banderas que lo habían hecho desembarcar en Brandasen 805.

Ante los mendocinos, el mediocampo xeneize estuvo conformado por cuatro futbolistas habituados a moverse por el eje central del campo; Sebastián Battaglia, Leandro Somoza, Walter Erviti y Juan Román Riquelme. Las bandas quedaron descubiertas y así nacieron cada uno de los goles de los dirigidos por Jorge Da Silva, con jugadores que llegaban por los costados sin que nadie los persiguiese.

El mandato de colocar a Riquelme en cancha le condicionó la formación. Además, el Nº 10 estuvo lejos de su mejor versión, con poca movilidad y recostado en el pase corto y lateral, constante pocas veces alterada, en una ocasión por un portentoso disparo desde fuera del área que rebotó en uno de los postes del arco magníficamente defendido por Sebastián Torrico.

Por ningún refuerzo insistió más que por Erviti, pero cuando dispuso del marplatense lo colocó en un sector de la cancha distinto al que le asignó durante más de un año en Banfield y en el cual el volante surgido en San Lorenzo se transformó en uno de los mejores del medio local. Falcioni no fue Falcioni, entonces Erviti no fue Erviti.

El técnico se encuentra en una encrucijada. Por un lado, con un Riquelme opaco, el desafío es recuperarlo y buscar la manera de insertarlo en el esquema que prefiere, que es el que más y mejor utilizó a lo largo de su carrera como entrenador. Por otro, una apuesta mucho más riesgosa sería mantenerlo como alternativa, con todo lo que eso implica.

Falcioni llegó a Boca, el mayor desafío y el punto más alto de su carrera, por méritos propios, por una consecuencia en su trabajo y por haber concretado sus ideas sin dejar de intentar mejorarlas continuamente. Estar en un lugar de privilegio y hacer otra cosa no es más que traicionarse a sí mismo.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Ignacio Morales dijo...

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