martes, 25 de enero de 2011

Falcioni, orden y progreso

Con la despedida de 2010, Boca cerró su peor año en más de una década. Sin competiciones internacionales, a las cuales no logró clasificarse, ganó 12 partidos, empató 9 y perdió 17. En esos 38 encuentros recibió 55 goles para ser el segundo equipo más vulnerado, detrás de Colón (61) y junto con Huracán. En la tabla anual, al margen de los ascendidos (All Boys, Olimpo, y Quilmes, que disputaron la mitad de los partidos que el resto de los equipos), Boca sólo quedó por delante de San Lorenzo, Huracán y Gimnasia, y fue el más derrotado junto con Tigre y el Lobo. Ese tránsito implicó cuatro ciclos de entrenadores, los de Hugo Alves, Roberto Pompei en su primer interinato, Claudio Borghi y nuevamente Pompei.

Las diferencias entre Martín Palermo y Juan Román Riquelme, glorias de la historia xeneize, son públicamente conocidas. Detrás, arrastran al resto de los jugadores a enrolarse en uno u otro bando. Pese a su eterna presencia goleadora (fue el máximo anotador de 2010), el aporte del centrodelantero es por demás discreto. La condición del Nº 10, quien firmó un contrato hasta 2014 exorbitante para el fútbol argentino, no difiere demasiado: en los últimos dos años, de 85 partidos disputados por Boca jugó 44 y anotó ocho goles.

En 2011 habrá elecciones en el club. Jorge Amor Ameal, pese a su infructuosa gestión, pretende la reelección. José Beraldi, vicepresidente primero, manifestó su interés en tomar la conducción del club, y Juan Carlos Crespi, vice segundo, podría ser una tercera alternativa. La convivencia parece ser muy difícil cuando los tres máximos dirigentes apuntan a ocupar la misma oficina.

En ese contexto arribó Julio César Falcioni para hacerse cargo de la dirección técnica del equipo. Asumió el desafío de hacer su trabajo pese al lastre del año pasado, la interna del plantel y la disputa electoral de la dirigencia. Pero a pulso firme y desde el comienzo impuso sus condiciones. En la Posada de los Pájaros, en Tandil, sometió a los futbolistas a una pretemporada de altísima exigencia, como no la habían tenido en mucho tiempo. Se repitieron los días de trabajos en triple turno, iniciados a las 6:15 y con gran protagonismo de Gustavo Otero, preparador físico que se formó bajo la tutela de Julio Santella, quien fuera el PF de Carlos Bianchi.

"En concentración y esfuerzo el rival no nos puede ganar nunca" sentenció recientemente el entrenador. Una frase que sintetiza buena parte de su concepción del juego. Sabe que pulida técnica y sabiduría táctica son patrimonio de un selecto grupo, pero que la mejor prestación física y la atención plena están al alcance de cualquier futbolista ejercitándolo.

Fueron apenas dos partidos de verano, ante Independiente y River, con todas las salvedades que tienen los ensayos preparatorios, pero en ambos Boca esbozó las líneas características del DT. Un equipo firme en defensa, rápido en las transiciones, de permanente presión y con todos sus jugadores en constante movimiento para lograr dos premisas fundamentales: ahogar al rival doblando marcas y que con la pelota el portador tenga distintas opciones de pase.

Orden y progreso son los cimientos a partir de los cuales Falcioni edifica su Boca.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
Patinsua@gmail.com

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