martes, 9 de noviembre de 2010

Cuando el negocio le gana al fútbol

A manos de un grupo de empresarios alimentados por su insaciable codicia, el fútbol chileno dilapidó el mejor proceso de su historia. Con Marcelo Bielsa a la cabeza, la Roja tuvo un enorme crecimiento futbolístico; dejó de lado su rol de reparto y se hizo protagonista. Creció, fundamentalmente, en la consideración del fútbol sudamericano. En la Eliminatoria rumbo al Mundial 2010 quedó en la segunda colocación, detrás de Brasil y delante de selecciones con pesados pergaminos y mucho mayor potencial presente, como Argentina y Uruguay. Más tarde, en Sudáfrica, tuvo una destacable actuación al perder sólo ante el campeón, España, y el mejor de siempre, Brasil.

El rosarino y con él el gran proyecto de crecimiento del fútbol chileno fueron, en buena medida, víctimas de un golpe de mercado. Los intereses de los clubes más poderosos, sociedades anónimas con su lógica comercial, optaron por defender sus intereses al precio de frenar el mejor proceso futbolístico que hayan conocido.

Cuando faltaban apenas un par de semanas para la renovación de autoridades en la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), ente rector del fútbol trasandino, el panorama sólo exponía la continuidad de Harold Mayne-Nicholls. Sin embargo, por lo bajo se urdía un plan que emergió repentinamente con la postulación del Jorge Segovia, dueño de Unión Española, apoyado por la gran mayoría de los clubes de Primera División, con capacidad de voto doble.

Conocida públicamente la competencia, Bielsa llamó sorpresivamente a una conferencia de prensa en la cual anunció que bajo ningún concepto trabajaría con Segovia, dado lo que representa. Pese a esto, a lo que implicaba perder al mejor seleccionador posible, los dirigentes de los clubes fueron tras el empresario español.

Mayne-Nicholls llevaba adelante un proyecto que implicaba un desarrollo integral del fútbol, con la selección como principal bien, por delante de los clubes y sus accionistas. Este hombre, periodista de profesión, había determinado un reparto equitativo de los derechos televisivos, por lo cual varios clubes habían demandado a la ANFP.

El entrenador que dejó su huella en Newell`s, Atlas y América, ambos de México, Vélez, Espanyol, de Barcelona, y la selección argentina había destacado públicamente en más de una ocasión a la ex presidenta Michelle Bachelet. Todo lo contrario ocurrió con su sucesor, Sebastián Piñera, de la pinochetista derecha chilena, a quien le ofreció un frío saludo cuando el equipo nacional fue recibido en el Palacio de la Moneda tras su participación mundialista. Ese hecho, amplificado por la prensa hasta el hartazgo, hizo que creciese esa piedra en el zapato para Piñera, hombre muy vinculado a los negocios del fútbol. Porque Bielsa siempre fue un enemigo ideológico para Piñera.

Pese a ser hincha de la Universidad Católica, el presidente de Chile es el principal accionista de Blanco y Negro, la empresa que gerencia al Colo Colo. Aunque había prometido en su campaña electoral que liquidaría sus acciones si era elegido al frente del Ejecutivo del país, aún las conserva. Piñera fue uno de los que estuvo en contra de acortar la brecha entre los clubes más poderosos y los otros a partir de los ingresos de televisación, ya que El Cacique fue uno de los clubes que demandó a la asociación.

Un grupo de empresarios, con la voracidad que los caracteriza, dio la espalda a los hinchas chilenos y al mejor proceso que haya tenido su fútbol jamás. No le importó eso ni cargarse a un técnico de culto, un absoluto lujo para un fútbol tan menor en el contexto mundial. Chile cayó derrotado en su partido más importante.
(Foto: kancha.cl)
Patricio Insua

2 comentarios:

Speranza dijo...

Es innegable el gran proceso que llevó adelante Marcelo Bielsa en Chile. Ahora, ¿es lógico que rompa su contrato el cual el mismo firmó sabiendo que a esta altura había elecciones para conducir la AFNP? Pareciese que la figura del DT rosarino se siente cómodo en acciones abandónicos y de corte heróico para que, en su salida, su figura se agigante. En el fondo, esconde un egocentrismo mucho más pronunciado que lo que mediaticamente llaman como ética deportiva.

Fernando Salceda dijo...

Yo creo que es exactamente al revés. Bielsa deja de lado su comodidad laboral y la justa idolatría de los chilenos para no convalidar con su presencia una situación en la que no estaría cómodo con gente a la que desprecia por sus métodos. Eso no es egocentrismo, sino coherencia.
Es más: Bielsa, con su salida, reparó un error de Mayne Nicholls, que es el de firmar un contrato que excedía el plazo de su propia gestión.