martes, 7 de septiembre de 2010

Argentina goléo a España y Batista fue el gran ganador

Si Sergio Batista, tal como lo había dicho Julio Humberto Grondona, presidente y voz única de la AFA, estaba cerca de ser ratificado en la conducción del seleccionado argentino, la goleada 4-1 ante España, campeón del mundo, seguramente sentenció el asunto. Lo mejor de la continuidad de Checho es que no se habrá desperdiciado un semestre de trabajo. Porque establecer un limbo transitorio, propio de otra época de la organización del fútbol nacional, fue una pésima idea pergeñada en Viamonte 1366.

Pese a que ni en sus antecedentes como entrenador ni en su carrera como futbolista completaba el formulario para ocupar tamaño cargo, Batista se encontró de pronto en ese lugar y, como era lógico, se abocó a ganarse la permanencia. Anunciado como interino, no le posibilitaron vislumbrar el futuro y lo obligaron a ser puro presente. En esa circunstancia fue buscó poner en cada partido, primero ante Irlanda y luego frente a España, el mejor equipo posible. No había mañana sin la furia del hoy.

Ante un elenco que contó con la mayoría de los jugadores que se consagraron en Sudáfrica 2010, Argentina hizo un muy buen primer tiempo. El trinomio de volantes centrales fue un gran acierto del entrenador. Ever Banega, Javier Mascherano y Esteban Cambiasso se complementaron en gran forma. Probada la jerarquía del capitán y la del cerebro del Inter, la inclusión del hombre del Valencia fue una positiva decisión.

Batista había dicho en la previa del encuentro ante los de Vicente Del Bosque que no quiere un equipo rápido. No parece una buena premisa ante un fútbol donde la dinámica y la velocidad son una condición insoslayable. Plantear la rapidez como un aspecto negativo de un equipo es un error; se trata de un elemento necesario, que no tiene porqué ir en detrimento de otros.

Entonces, durante varios pasajes del encuentro, sobre todo en la mayor parte del complemento, el conjunto nacional se mostró laxo y con falta de verticalidad. Vale el cuidado de la pelota con rotación y lateralización, pero en fútbol el protagonismo implica asumir riesgos. El conservadurismo en la posesión del balón es una receta insípida.

Pero ahí está Lionel Messi, sin lugar a dudas el mejor jugador del planeta. Cada vez que la pelota llega a sus pies hay que contener la respiración porque algo va a suceder. Indescifrable para los adversarios -hasta para los que más lo conocen, como sucedió en el Monumental- cuando encara hacia arco rival una descarga eléctrica parece recorrer todo el escenario para maravillar a compañeros, rivales, espectadores y hasta a los que lo siguen a la distancia por televisión.

Los jugadores, nada menos que con el crack rosarino en la primera voz, se han manifestado por la continuidad de Batista. Hay que ver hasta qué punto es bueno que la corporación de los futbolistas que integran la Selección pida por un técnico. Los cierto es que el apoyo de sus dirigidos, el visto bueno de Grondona y los triunfos en los dos partidos que le encomendaron parecen haber dejado todo definido para que prontamente el campeón del mundo en México 86 sea oficializado al frente del equipo.

La Selección necesita una revolución. La AFA debe abocarse a prestar las mejores condiciones para el trabajo del equipo y no a negocios personales. Los técnicos tienen que imponerse sobre los jugadores por autoridad y convencimiento y trabajar sin concesiones. Los futbolistas, en tanto, den dejar de lado los enconos personales, los reclamos y el estrellato para recuperar el espíritu amateur del que alguna vez habló Marcelo Bielsa y que está presente en los seleccionados nacionales de otras disciplinas. Se impone un cambio integral, de lo contrario será muy difícil salir del letargo.
(Foto: Canchallena.com - AFP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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