miércoles, 6 de febrero de 2008

Caro y lejos de lo mejor

La premisa del negocio que se alimenta del fútbol es clara: multiplicar los hinchas mediáticos. Es decir, que la pasión de los seguidores no se desarrolle en la inmediatez de un estadio, sino frente a una pantalla de televisión, servicio por el cual hay que hacer un desembolso. Con este afán, la Asociación del Fútbol Argentino elevó en un 70 por ciento el precio de las entradas populares para llevar las de Primera División a 24 pesos.

Habitar una tribuna popular suele ser una odisea. La misma se inicia con caóticas colas para conseguir una entrada. Accesos inaccesibles y maltrato policial y trato referencial para los barras son lo que sigue. Ya en el cemento de la tribuna el desafío es encontrar un lugar en el cual eludir alambrados, banderas, postes y demás para intentar una visión lo mejor posible del campo de juego. Baños inutilizables y, si hay hambre o sed, choripanes bien añejados y gaseosas tibias completan el combo. Todo al módico precio de 24 pesos, para establecer la estafa al hincha.

Así las cosas, un par de entradas para llevar al nene a la cancha, la movilidad para llegar y algo para entretener el estómago igualan, en un solo fin de semana, el costo del abono del cable. Sin violencia y en la comodidad del living propio, la televisión paga aparece como la mejor opción. Más abonados y clubes que siguen despojados de lo que les correspondería hacen las delicias de los dueños de la pelota.

Con este aumento muchos quedarán excluidos del fútbol, ya que apenas podían llegar a los 14 pesos de otrora. Para ellos ya no habrá cancha, ni menos cable. Pero las populares seguirán bien pobladas, ya que quienes todavía pueden harán el esfuerzo. La pasión lo vale. Así, los beneficios para quienes cranearon esta medida serán redondos: mayores recaudaciones en estadios que seguirán con una gran concurrencia (quedando garantizado el contexto festivo) y más abonados al cable. Aquellos que no tienen poder adquisitivo no interesan, su suerte es lo de menos. Cualquier semejanza con el país todo no es mera coincidencia.

Desde la AFA -como siempre carentes de cualquier pudor- se mencionó que de seguir ciertos índices nacionales el costo de las populares tendría que haberse establecido en 37 pesos. Se deben haber sentido ofendidos al no encontrar una peregrinación de hinchas hacia la sede de la calle Viamonte para agradecerles semejante generosidad. Tal aseveración de la cúpula dirigencial del fútbol argentino desafía, además, al gobierno nacional al plantear una inflación mucho mayor a la oficial. Desde la Casa Rosada existe un fuerte control de precios sobre diversos productos, pero ni una voz se escuchó en este drástico aumento en la actividad de ocio más popular. El poder de la AFA y del monopolio mediático es intocable.

Este incremento guarda una perla de lujo. Con las nuevas tarifas, los clubes locales deberán hacerse cargo de pagarles a los árbitros, así como de solventar sus gastos y traslados. Seguramente este pago no se hará de forma directa de un representante de la Comisión Directiva del dueño de casa a la los colegiados, sino que será vía AFA. Pero de todos modos la situación genera una peligrosa nebulosa. Que un club le paga a un árbitro es de por sí algo conflictivo y tenderá un manto de sospechas difícil de disipar.

El aumento de entradas se anunció como al pasar, como si tal cosa. Las repercusiones en los medios más consumidos, que son los muchos en los que tiene participación el emporio mediático más poderosos del país, fueron efímeras. El fútbol sigue siendo la materia prima y absoluta con la cual unos pocos hacen un negocio fabuloso, mientras que clubes, técnicos, jugadores y público siguen siendo cooptados, abusados y despojados.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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