martes, 18 de octubre de 2016

Selecciones de bajo costo

Cuando la Selección del mejor futbolista del planeta y varias de las figuras de los equipos más poderosos del mundo salió a buscar un entrenador, lo hizo revisando los bolsillos. Desde la AFA, intervenida bajo la pátina de la Comisión Normalizadora encabezada por Armando Pérez, se había advertido rápidamente que los técnicos argentinos más encumbrados estaban fueran de las posibilidades por falta de dinero. La misma lógica se aplicó para los abandonados seleccionados juveniles, para los cuales se convocó a la presentación de proyectos y luego se les preguntó a los candidatos el presupuesto que requerían para su cuerpo técnico.

Así, por una puerta entreabierta ingresó Edgardo Bauza y por la ventana entró Úbeda, que fue nombrado al frente del Sub 20 pese a que no había presentado ningún proyecto (la AFA había recibido 44) ni contaba con experiencia en la categoría. Mientras que la mayor necesita clasificarse al Mundial de Rusia (la única vez que Argentina quedó margina por una Eliminatoria fue en México 1970), los equipos juveniles deberán reinventarse desde el más absoluto abandono.

El debut del Patón había sido ideal, con un valioso triunfo ante Uruguay y porque con la casaca número 10 y el brazalete de capitán había estado Lionel Messi. Ese partido por Eliminatorias en el estadio mundialista de Mendoza había sido el primer partido después de la derrota en la final de la Copa América Centenario, tras la cual el rosarino había anunciado su alejamiento del equipo nacional. Que finalmente no se hubiese producido el alejamiento y Messi estuviese en el estreno del nuevo ciclo fue una bendición para Bauza.

Pero la ausencia por lesiones en los siguientes tres partidos del futbolista insuperable expuso todas las rajaduras del equipo. Fueron empates con Venezuela y Perú y derrota frente a Paraguay en malas actuaciones, sin funcionamiento colectivo ni respuestas individuales. Acaso el mayor interrogante en esos encuentro fue si el técnico puso formaciones con el estilo que él prefiere.

Después esas tres fechas, previas a los próximos exigentes encuentros, frente a Brasil y Colombia, Bauza tuvo dos actos reflejo desafortunados. Primero, en una entrevista televisiva, prometió lo único que un entrenador de ninguna manera puede garantizar: ser campeón. Más tarde, aseguró que a los futbolistas les gusta jugar en la Bombonera, algo que no tendría nada de malo, conocida la especial vibración que emana de ese estadio, sino fuera porque podría verse entrelíneas que las malas producciones anteriores respondieron en alguna medida a los escenarios que las albergaron. Acaso lo hizo por sentirse, ya de entrada, cuestionado. Su ciclo apenas germina, necesita tiempo para sumar entrenamientos y encontrar a los mejores intérpretes para la línea de juego que pretende.

El descalabro que es el fútbol argentino llegó a donde nunca se pensó que se iba a llegar, a las selecciones nacionales. Es difícil esperar la solución de los mismos dirigentes que llevaron a esta situación. La AFA es tierra arrasada. Ocurre que, aún pese a todo, el inagotable surgimiento de futbolistas de jerarquía evita la implosión completa. El fútbol argentino parece resistir solamente a partir de sus jugadores. 
Foto: Lanacion.com.ar

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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