martes, 17 de junio de 2014

Idas, vueltas y el mensaje del debut ante Bosnia

Alejandro Sabella tomó una decisión de alto riesgo en el victorioso estreno de Argentina en Brasil 2014. Lo hizo al darle al seleccionado una fisonomía distinta de la que lo había distinguido. Dejó de lado el esquema con tres delanteros y optó por uno con un tridente de zagueros y dos laterales. Sacó a un atacante para colocar un defensor en lo que resultó un intento fallido, ya que el equipo no tuvo mejor resguardo y en cambio perdió contundencia en ataque. En el entretiempo, en lugar de insistir, el entrenador torció el rumbo. Sin terquedad y con grandeza reconoció el error al cambiar para los segundos 45 minutos. “A veces yo también me equivoco”, reconoció en palabras tras el partido.

Lionel Messi esperó al día siguiente para dar su veredicto, y lo hizo con un filo como nunca antes se le había escuchado públicamente: "Somos Argentina, no debemos fijarnos cómo juegan nuestros rivales. A mí sólo me importa que estemos bien nosotros. Prefiero el 4-3-3. Jugamos mucho mejor en el segundo tiempo que en el primero". "Los delanteros nos sentimos mejor con más gente en ataque. En el primer tiempo no encontré espacios, perdí varias pelotas. Por eso estaba fastidioso", confesó pese al fantástico gol, con su sello, que anotó.

En su ciclo al frente de la Selección, Sabella conformó un equipo que se elevó a partir de tener como marca distintiva un poder de ataque sin equivalencias. Ese terror infundido en las defensas adversarias partió de cuatro nombres propios: Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y Ángel Di María. Ese módulo con los tres delanteros y el ofensivo volante rosarino del Real Madrid cimentaron un equipo fuerte. El DT no siempre jugó con ellos cuatro, pero fue sí a partir de su convivencia que logró la mejor versión albiceleste.

Ante Bosnia, y acaso pensándolo para todo el Mundial, Sabella dispuso un once inicial que cumpliese con el clásico axioma futbolero que reza que los equipos se arman de atrás hacia delante. Efectivamente, es inviable que un equipo que se defiende mal, que es vulnerable, pueda ser campeón. Argentina necesita mejorar defensivamente, pero no lo puede hacer al costo de limitar su mejor arma. Porque más que armarse desde su propio arco hacia el de enfrente, cada equipo debe partir de su mejor faceta, y la de Argentina, indudablemente, es el ataque. Asumirá riesgos, sin dudas, pero tiene con qué. Indudablemente, lo mejor de argentina es con Messi, Higuaín, Agüero y Di María en cancha. Las idas y vueltas en el partido con Bosnia, la determinación de Sabella y las palabras de Messi (sin que esto haya implicado un quiebre entre ambos), anticipan que Argentina transitará en el Mundial con la forma que la ha diferenciado. Hasta el último partido que le toque jugar.
Foto: Mundodeportivo.com – AP

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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