martes, 28 de marzo de 2017

La desfiguración de la Selección

Cuando transcurrieron 14 fechas de la eliminatoria sudamericana y solamente quedan cuatro partidos para finalizar la clasificación, Argentina está fuera de zona Rusia 2018. Incómoda en la quinta posición, ocupa la plaza que otorga la última chance, la del repechaje.

La primera doble fecha del año fue por demás preocupante: victoria 1-0 ante Chile con un muy mal desempeño y derrota 2-0 frente a Bolivia sin Lionel Messi, sancionado de oficio por la FIFA pocas horas antes del encuentro en La Paz con cuatro partidos de suspensión. De no ser por el penal que el árbitro brasileño Sandro Ricci le obsequió al equipo de Edgardo Bauza en el pésimo campo de juego del estadio Monumental y el capitán argentino ejecutó con su jerarquía, el Mundial hoy estaría vinculado a difícil anhelo y no a un objetivo concreto.

Con el mejor jugador del mundo y futbolistas de ataque adquiridos por los más poderosos clubes de Europa en decenas de millones de euros, Argentina podría jactarse de tener un dispositivo ofensivo inigualable. En cambio, hizo 15 goles en los 14 encuentros y apenas supera en el rubro a Bolivia y Paraguay. Antes del triunfo ante Colombia, Bauza aseguró que no se trataba de un tema que le preocupase. Lo dijo antes y después de garantizar que Argentina será campeón del mundo el año próximo. Las declaraciones del técnico, con idas y vueltas (como en el tema Mauro Iccardi) y posiciones llamativas (como calificar de “brillante” el partido ante Chile) sólo pueden entenderse en un hombre que se siente presionado y acorralado.

El fútbol no es solo el juego, hay otros componentes que no deben desestimarse. Algunos jugadores parecen haber quedado irremediablemente afectados por las tres finales perdidas consecutivamente. La lista la lidera Gonzalo Higuaín, que carga con al menos un estigma de cada una de esas tres definiciones. Los futbolistas deben llegar a la Selección por lo hecho en sus clubes, pero el lugar en el equipo nacional se tiene que sostener por lo hecho vestido de celeste y blanco.

Bauza fue elegido en el cargo por descarte y bajo su conducción el equipo involucionó. Dirigió en eliminatorias ocho encuentros, la misma cantidad que Tite, en quien buscó socorro Brasil cuando comenzó a verse fuera del Mundial. La comparación es dolorosa. El primero sumó 11 puntos, su equipo marcó ocho goles y recibió diez; mientras que con el ex DT de Corinthians, el Scracht se quedó con los 24 puntos que disputó, hizo 25 goles (varios de alta costura) y apenas le convirtieron dos.
Argentina se jugará su lugar en la Copa del Mundo ante Uruguay, en Montevideo; frente a Venezuela y Perú como local y con Ecuador en Quito. Todavía es una incógnita saber en cuántos de esos encuentros se contará con Messi, de acuerdo a si se le reduce la sanción o a la posibilidad de computarle parte de la pena en las próximas fechas FIFA. Bauza no muestra reflejos tras los golpes recibidos. La clave pasa por saber si tiene con qué revertir esta crisis.
(Foto: Lanacion.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 7 de febrero de 2017

Una voz en el teléfono

Una voz pide con pocas palabras. Otra responde jocosa con promesa de cumplimiento y detalles de ejecución. Se reproduce otra llamada. La lógica se repite. Un nuevo pedido escueto y otra vez la locuacidad para asegurarle su voluntad. Resulta evidente la posición de poder. Las escuchas se dieron a conocer en la señal deportiva de cable TyC Sports por el periodista Gustavo Gravia. Son de hace dos años y las protagonizan Daniel Angelici, presidente de Boca; Fernando Mitjans, responsable del Tribunal de Disciplina, y Luis Segura, por entonces titular de AFA. Guardadas con paciencia en algún cajón judicial, fueron liberadas un día después del anuncio de acuerdo entre los dirigentes para que se reinicien los torneos de todas las divisionales. Los problemas del fútbol argentino tienen implicancias que van mucho más allá del ámbito de la pelota. En la misma línea, los audios dados a conocer ahora parecen ser elementos de una batalla mucho más compleja.

Pero al margen de la disputa en presumible clave de política nacional y negocios fuertes, en el ámbito del fútbol el material dado a conocer expone los manejos instalados que corroen desde hace tiempo a la AFA. Cuando Angelici pide leves sanciones para sus jugadores, Mitjans (que además pertenece al Tribunal de Apelaciones de FIFA) le da la tranquilidad de escribir él mismo los descargos de los futbolistas y hasta propone adulterar un certificado médico. Y en el momento en el cual el mandamás xeneize que le pide a Segura que hable con el árbitro del partido, el sucesor de Julio Grondona le responde que es su primer hincha. Las conversaciones giran alrededor del encuentro de 2015 ante Vélez por un lugar en la Copa Libertadores, cruce que nunca se debía haber disputado pero que Boca logró forzar en la sede de Viamonte.

Con tranquilidad, Angelici se sentó ante la prensa para dar sus explicaciones. Pese a que lo que dice en las escuchas solo tiene una interpretación posible, el Tano habla muy poco, un puñado de palabras que literalmente no dicen demasiado. Desde ahí intentó una defensa. Con tibieza reconoció que su proceder no había sido el correcto, pero inmediatamente aseguró que lo volvería a hacer.

El sistema está podrido desde lo más profundo y el deterioro es cada vez mayor. Lo que se conoció tiene un gran impacto, claro; aunque a nadie puede sorprender el pedido de Angelici, de la misma manera que sería una ingenuidad creer que la práctica se limita al presidente de Boca y no es un comportamiento extendido. Tres voces que pueden multiplicarse varias veces y en entretelones todavía más oscuros. El fútbol argentino, institucional y organizativamente, se desbarrancó hace mucho hacia el precipicio. Cada paso dado por los dirigentes profundiza el hundimiento en el abismo. No se vislumbra ninguna instancia superadora.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 10 de enero de 2017

Mundial ampliado, una decisión comercial que puede tener un atractivo deportivo

La FIFA es una multinacional que vende fútbol, y lo hace con enorme éxito económico. Su facturación crece un año tras otro bajo sus propias reglas, las de una organización supranacional. Insaciable, la federación de la pelota anunció que a partir de 2026 serán 48 los países que participen de su mayor competencia: el Mundial. La decisión es económica y política, pero sus consecuencias no tienen porqué ser deportivamente desfavorables. Es más, incluso pueden aumentar el atractivo.

Apenas se conoció la noticia, en Argentina se expandieron rápidamente en los medios y las redes sociales –sobre todo- apreciaciones críticas al Mundial ampliado. Es lógico por la experiencia local. Los torneos con 30 equipos resultaron un experimento de consecuencias negativas, que dañaron fuertemente a la primera división y a la principal categoría del ascenso. La extraña criatura carcomió una estructura corroída para acelerar el colapso.

Sin embargo, la ampliación de cupos no arruinó la Champions League, en Europa, ni la Copa Libertadores, en Sudamérica. De la misma forma, el crecimiento cuantitativo del Mundial no implica per se “romper” el mayor certamen del globo. La movida de Gianni Infantino, próximo a cumplir un año al frente de la FIFA, puede dar lugar incluso a un torneo todavía más seductor.

El formato anunciado puede representar un mayor atractivo. El primer corte de la competencia será sumamente leve, ya que de los 48 equipos que inicien el torneo serán 32 los que avancen a la segunda instancia. El punto de partida estará dado por 16 zonas de tres equipos en las que clasificarán los dos primeros; es decir, cada seleccionado disputará dos partidos y solamente uno por grupo quedará eliminado. A partir de entonces los cruces implicarán avanzar o quedar eliminado. Un armado de grupos con más equipos prolongaría el torneo demasiado en el tiempo, mientras que esta matriz genera más cruces de eliminación directa, que son, sin dudas, los más atractivos. Para ser campeón habrá que disputar siete partidos, como hasta ahora; pero ya no serán tres de primera ronda y cuatro de eliminación directa, sino dos y cinco. Ahí radica el mayor atractivo.

Desde su primera edición en 1930, el Mundial cambió varias veces de formato y fue modificando el número de participantes. En la década del 70 la Copa del Mundo se disputaba con dos fases de grupos consecutivas antes del choque que consagraría al campeón. El Mundial de 1934 se jugó en cuatro instancias de eliminación directa, fueron solo 15 partidos; Argentina protagonizó un partido, ante Suecia, lo perdió y se volvió. Brasil 1950 no tuvo final, el título se definió en un cuadrangular que disputaron España, Suecia, Brasil y Uruguay. Hubo Mundiales con 13 países participantes, con 16, 24 y 32. En el año 2026 serán 48, en un formato conocido pero modificado. La motivación económica no parece, a priori, ir en detrimento del aspecto deportivo. Lo sabremos dentro de 9 años.
(Foto: FIFA.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 27 de diciembre de 2016

La montaña rusa de los técnicos del fútbol argentino

Tan contracultural dentro de nuestro fútbol fue la decisión, que para anunciarla el protagonista convocó a una conferencia. Finalizada la competencia en 2016, Marcelo Gallardo se sentó frente a periodistas, productores, camarógrafos y fotógrafos para desde ese amplificador mediático anunciar que continuaría como técnico de River durante un año más. No se trataba de dar a conocer un acuerdo de renovación del vínculo con el club, sino simplemente de ratificar el cumplimiento del contrato vigente, que firmado en agosto del año pasado se extiende hasta diciembre de 2017.

La relación entre Gallardo y River lleva 30 meses y reluce por ir a contramano de los hábitos que imperan en el fútbol argentino, en el cual un año es una eternidad. De los 30 equipos de la máxima categoría, apenas cinco comenzarán 2017 con el mismo técnico que tenían 12 meses antes: River (Gallardo), Lanús (Jorge Almirón), Estudiantes (Nelson Vivas), Patronato (Rubén Darío Forestelo) y Talleres (Frank Kudelka). Quilmes podría haber sido el sexto de no haber dado un paso de tragicomedia, cuando a mediados de junio echó a Alfredo Grelak y a comienzos de agosto, tras cambiar de autoridades por un acto eleccionario, lo recontrató. En el interregno, Ariel Broggi dirigió al Cervecero un partido, ante Unión Aconquija por la Copa Argentina.

La conducción de los planteles no suele estar sujeta a nada más que los cambios permanentes, sin más hilo conductor que el de la improbable búsqueda de los efectos inmediatos. Hace tiempo que esa costumbre se instaló también en el seleccionado nacional, donde ya no existen los procesos mundialistas cuatrianuales y parece haberse exacerbado la idea de que a un entrenador siga otro de características completamente distintas. Alguna vez, Guillermo Stábile, goleador del primer Mundial de la historia, fue el técnico de Argentina durante 18 años.

Si caen los técnicos que no consiguen buenos resultados, desplazados sin dilación por las comisiones directivas, también parten los que sí acumulan una buena sumatoria y hasta títulos, porque poco tardan en considerar su ciclo cumplido. Son prontamente jaqueados los DTs sin vinculación pasada con la institución que dirigen, pero también la capa protectora de los que fueron ídolos como jugadores poco tarda en desvanecerse.

Carlos Timoteo Griguol estuvo al frente de Ferro entre 1980 y 1993 en dos etapas separadas por un paréntesis en la temporada 87-88 para dirigir a River; y luego condujo a Gimnasia entre 1994 y 1999. Ese modelo que parece hoy imposible tuvo lugar en Córdoba, cuando Ricardo Zielinski fue el entrenador de Belgrano durante cinco años y medio en los que comandó un crecimiento que fue desde los últimos puestos del Nacional B hasta el ascenso frente a River, el protagonismo en primera División y la participación en torneos internacionales. A mediados de este año el Ruso se fue del Pirata para hacerse cargo de Racing, pero la experiencia en Avellaneda duró menos de 15 partidos.

Dirigentes, futbolistas, hinchas y ni siquiera los propios entrenadores creen, mayoritariamente, en la continuidad de los proyectos. El hábito instalado es mudar rápidamente de entrenador. Esa se transformó en la primera regla del sistema, que con el paso del tiempo dejó de estar cuestionada para ser cada vez más aceptada. Una montaña rusa sin ninguna barrera de seguridad, pero de la cual, de todas maneras, nadie se quiere bajar y todos quieren subir.
(Foto: Ole.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 29 de noviembre de 2016

Chapecoense, del sueño de campeón a la peor tragedia

El milagro de los seis sobrevivientes no compensa el luto por los 71 muertos. Las imágenes de alegría del plantel del Chapecoense registradas dentro del avión tuvieron como trágico correlato las del fuselaje destrozado en las montañas de Medellín. El plantel del modesto club brasileño pereció al estrellarse el vuelo chárter de la empresa Lamia que lo trasladaba a Colombia para disputar la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional.

Sin haberse realizado todavía los peritajes correspondientes, expertos en aviación alertaron que el motivo del accidente seguramente haya sido el que parecería más inverosímil: falta de combustible. Restaban cerca de 60 kilómetros (menos de 5 minutos de vuelo) para el aterrizaje cuando la nave se apagó por completo. La autonomía del Avro Regional Jet 85 matrícula CP2933 apenas alcazaba para cubrir el trayecto entre Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, (donde había hecho la escala técnica desde San Pablo, Brasil) y la región colombiana de Antioquia.

Chapecoense es un club que se fundó hace menos de 45 años y en los últimos seis había logrado llegar desde la cuarta división del fútbol brasileño hasta la final de un torneo continental, en el cual había eliminado a Independiente y San Lorenzo. Ante lo sucedido, los dirigentes y jugadores de Atlético Nacional, quien sería su rival en las finales, pidieron públicamente que la Conmebol declare al Verdão do Oeste campeón de la edición 2017 de la Copa Sudamericana.

Futbolistas, cuerpo técnico y directivos del equipo murieron por el impacto de la caída, lo mismo que los periodistas, allegados y la tripulación que completaba. La amplificación que genera el deporte, el fútbol en particular, y la magnitud de la tragedia replicaron las muestras de dolor, afecto y condolencias por todo el mundo. El sueño de un equipo y decenas de historias particulares quedaron truncas en un instante fatal. 
(Foto: Goal.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com 

martes, 18 de octubre de 2016

Selecciones de bajo costo

Cuando la Selección del mejor futbolista del planeta y varias de las figuras de los equipos más poderosos del mundo salió a buscar un entrenador, lo hizo revisando los bolsillos. Desde la AFA, intervenida bajo la pátina de la Comisión Normalizadora encabezada por Armando Pérez, se había advertido rápidamente que los técnicos argentinos más encumbrados estaban fueran de las posibilidades por falta de dinero. La misma lógica se aplicó para los abandonados seleccionados juveniles, para los cuales se convocó a la presentación de proyectos y luego se les preguntó a los candidatos el presupuesto que requerían para su cuerpo técnico.

Así, por una puerta entreabierta ingresó Edgardo Bauza y por la ventana entró Úbeda, que fue nombrado al frente del Sub 20 pese a que no había presentado ningún proyecto (la AFA había recibido 44) ni contaba con experiencia en la categoría. Mientras que la mayor necesita clasificarse al Mundial de Rusia (la única vez que Argentina quedó margina por una Eliminatoria fue en México 1970), los equipos juveniles deberán reinventarse desde el más absoluto abandono.

El debut del Patón había sido ideal, con un valioso triunfo ante Uruguay y porque con la casaca número 10 y el brazalete de capitán había estado Lionel Messi. Ese partido por Eliminatorias en el estadio mundialista de Mendoza había sido el primer partido después de la derrota en la final de la Copa América Centenario, tras la cual el rosarino había anunciado su alejamiento del equipo nacional. Que finalmente no se hubiese producido el alejamiento y Messi estuviese en el estreno del nuevo ciclo fue una bendición para Bauza.

Pero la ausencia por lesiones en los siguientes tres partidos del futbolista insuperable expuso todas las rajaduras del equipo. Fueron empates con Venezuela y Perú y derrota frente a Paraguay en malas actuaciones, sin funcionamiento colectivo ni respuestas individuales. Acaso el mayor interrogante en esos encuentro fue si el técnico puso formaciones con el estilo que él prefiere.

Después esas tres fechas, previas a los próximos exigentes encuentros, frente a Brasil y Colombia, Bauza tuvo dos actos reflejo desafortunados. Primero, en una entrevista televisiva, prometió lo único que un entrenador de ninguna manera puede garantizar: ser campeón. Más tarde, aseguró que a los futbolistas les gusta jugar en la Bombonera, algo que no tendría nada de malo, conocida la especial vibración que emana de ese estadio, sino fuera porque podría verse entrelíneas que las malas producciones anteriores respondieron en alguna medida a los escenarios que las albergaron. Acaso lo hizo por sentirse, ya de entrada, cuestionado. Su ciclo apenas germina, necesita tiempo para sumar entrenamientos y encontrar a los mejores intérpretes para la línea de juego que pretende.

El descalabro que es el fútbol argentino llegó a donde nunca se pensó que se iba a llegar, a las selecciones nacionales. Es difícil esperar la solución de los mismos dirigentes que llevaron a esta situación. La AFA es tierra arrasada. Ocurre que, aún pese a todo, el inagotable surgimiento de futbolistas de jerarquía evita la implosión completa. El fútbol argentino parece resistir solamente a partir de sus jugadores. 
Foto: Lanacion.com.ar

Patricio Insua
patinsua@gmail.com