martes, 31 de mayo de 2016

Campeón total

Será un título para recordar el de Lanús, porque hacía mucho tiempo que un campeón no marcaba tanta diferencia con el resto. La goleada 4-0 ante San Lorenzo en la final evidenció la enorme distancia entre ambos conjuntos, tan amplia como la que el Granate había establecido en la Zona 2. Fue una consagración de reivindicaciones. Para el club, porque esta nueva vuelta olímpica lo ratifica como la institución deportiva que más creció en los últimos 35 años; y para Jorge Almirón, porque armó un conjunto de alta gama después de su turbulento paso por Independiente.

Fue cuantitativa y cualitativamente el mejor. Desde los números, a partir de la contundencia de haber sido el equipo que más partidos ganó (13), el que menos perdió (2), el que más goles hizo (32) y el que menos recibió (10). Desde el juego, tuvo una extraordinaria dinámica para alimentar su voracidad ofensiva con el avance en bloque de sus futbolistas y para compactarse en retroceso y así guarecerse. Un equipo completo, que atacó muy bien y se defendió muy bien, que tuvo un alto poder de fuego y estableció una sólida muralla.

Un funcionamiento colectivo casi sin fisuras es el respaldo indispensable para el desataque individual. Así apareció la valía de Fernando Monetti, la vigencia de Maximiliano Velázquez, la jerarquía de Gustavo Gómez, la electricidad de Lautaro Acosta y José Luis Gómez, el aplomo de Iván Marcone y los goles de José Sand, el máximo ídolo en la historia granate.

Cada paso que Lanús dio en el campeonato fue para mejorar todavía más su propia forma y alejarse de sus posibles competidores. Los dejó a todos muy atrás de sus efectiva y vistosa línea de juego. Argentina tiene un campeón de fútbol total.
(Foto: Lanacion.com.ar - Fabián Marelli)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 24 de mayo de 2016

La implosión

“El hombre es lobo del hombre”, escribió Thomas Hobbes en el siglo XVII. Con la osadía de parafrasear al filósofo inglés, podría decirse que la dirigencia del fútbol argentino es víctima de la dirigencia del fútbol argentino. La dilación en el cambio de mando en la AFA, la pretensión de crear de una liga autárquica y la escisión como amenaza velada nacen de un colectivo que se presenta como solución a los problemas que alimentó. Enfrentados en bandos, alistando voluntades y tejiendo apoyos políticos, los conductores de los clubes se lanzaron a un enfrentamiento en el que se señalan culpas pero no reconocen errores.

El caos suele ser el paso obligado tras un mando de hierro. Los 35 años de Julio Humberto Grondona como poder absoluto del fútbol argentino engendraron el turbulento desmadre en el que ahora se bambolea la pelota. La dirigencia actual es hija de ese período, heredera de una muy extensa lista de vicios y defectos pero huérfana de sus virtudes, que también las hubo, claro.

Los problemas no serán superados solo con mayores ingresos, porque el sistema se habituó a gastar más de lo que genera, sea que en las tesorerías de los clubes entren mil pesos o un millón. Las soluciones deben ser estructurales y las reglas taxativas, no con la flexibilidad de quien las acomoda a su gusto por estar de los dos lados del mostrador. Todos estos años, los dirigentes se han hecho trampa a sí mismos.

Habilitar el imperio de los cinco tradicionales grandes, como en el inicio del profesionalismo, sería contraproducente. Soslayar la importancia de estos clubes, los de mayor convocatoria, también sería un error. Habrá que conseguir el equilibrio, siempre difícil.

Es una mala señal que se observe como parámetro a la Liga Profesional de Fútbol de España, el certamen más desigual. Ningún torneo europeo es trasladable a nuestro ámbito. Sí puede tomarse alguno como modelo (acaso la Bundesliga o la Premier League) para adaptarlo a las particularidades del movimiento deportivo y cultural que constituye el fútbol argentino.

En la segunda mitad del año comenzará un torneo que se jugará de manera distinta al actual, que se diferencia del desarrollado el año pasado, también aquel diferente al del último semestre de 2014. Cuatro formatos distintos en cuatro ediciones consecutivas. Apenas un síntoma de un mal que todo lo toma. La organización del fútbol argentino hace agua en todas facetas; incluso en la Selección, histórico escudo de la dirigencia.

El fútbol argentino implosiona por su mala conducción, por una estructura patriarcal y negociadora que sentó la bases para una inevitable peor etapa posterior. Comenzará un nuevo orden, la incógnita pasa saber si será una instancia superadora o repetirá los viejos errores.
(Foto: Infobae.com)

Patricio Insua

patinsua@gmail.com