martes, 31 de diciembre de 2013

Depositario de una ilusión que lo impulsa

Todas las miradas del futbol argentino están puestas en él, pendientes del torrente de ideas de su cabeza y la infinita capacidad de resolución de sus piernas. Sabe que es el portador de una ilusión colectiva y la vive sin complejos; incluso puede advertirse que es el combustible de la motivación para recibir el año mundialista.

Lionel Messi es la bandera y el mayor argumento de la Selección para Brasil 2014. Atrás quedó la lesión en el bíceps femoral que lo obligó a perderse los últimos partidos del Ezeiza y Rosario, por lo que se prepara para reincorporarse al Barcelona. Después de dos Mundiales alejados de sus expectativas, la tercera edición para su carrera parece encontrarlo en el momento justo, futbolística y emocionalmente.

Argentina disputó su última semifinal en 1990, por lo que en Brasil cumplirá 24 años sin lograr posicionarse entre los cuatro primeros de la Copa del Mundo. En los cinco Mundiales que siguieron al de Italia, hubo varias selecciones de menor relieve que llegaron a disputar siete partidos, como Suecia, Bulgaria, Croacia, Corea, Turquía y Portugal. La Selección, con mejor material y mayor relevancia, no lo consiguió. Ese es el desafío, casi la obligación que se impone el fútbol nacional.

Premios y consideración al margen, Messi recibe el año como el mejor jugador del planeta, condición que ostenta con unanimidad desde hace un lustro. Situado ya entre los grandes futbolistas de todos los tiempos, a mediados de año irá por el logro más deseado. El fútbol argentino reposa en Messi, y Messi lo lleva con gusto en sus botines.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com