martes, 31 de julio de 2012

Sin compromiso no hay tecnología que alcance

El fútbol argentino lleva décadas a merced de los violentos. Los barrabravas crecieron orgánicamente al abrigo de connivencias políticas, judiciales, policiales y dirigenciales, transformándose en ley de las tribunas. Una vez más aparece la promesa de desterrarlos. En la víspera del torneo Inicial, la Casa Rosada fue escenario de un nuevo anuncio para combatir la violencia en fútbol, para sanear una expresión medular de la cultura popular nacional.

Nada menos que Cristina Fernández de Kirchener, presidenta de la Nación; Florencio Randazzo, ministro del Interior y Transporte, y Julio Grondona, vitalicio presidente de la AFA, encabezaron la presentación de un sistema biométrico destinado a identificar a las personas impedidas concurrir espectáculos deportivos. El software desarrollado por la cartera a cargo de Randazzo se implementará con 100 aparatos que manejarán en Ministerio de Defensa y Seguridad y la AFA, el cual permitirá conocer los antecedentes de cada persona a partir de sus huellas digitales.

Cuesta imaginar, por ejemplo, a los efectivos de la Policía Bonaerense invitando a los barrabravas a dejar sus impresiones para saber si pueden o no ver un partido. Cada prohibición y control impuesto en los estadios ha sido ignorado sin dificultad por los violentos que operan en conjunto.

Como ahora esta medida y el latente padrón de hinchas ideado por la AFA, antes fueron las entradas magnéticas, los molinetes, las cámaras de seguridad y el derecho de admisión. Ningún sistema funciona por sí mismo, por más moderno y eficaz que sea; requiere el compromiso de los que lo ponen en marcha. Mientras los barrabravas sigan hablándole igual a igual a quienes deberían hacerles cumplir la ley, no habrá avance que los destierre.
(Foto:Notio.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 17 de julio de 2012

Tinelli y la institucionalidad de San Lorenzo

En las últimas dos décadas nadie ha sido más influyente en San Lorenzo que Marcelo Tinelli. Jamás ocupó un cargo directivo y su único vínculo institucional con el club, más allá de  ser socio, estuvo referido al departamento de marketing en un breve período. Sin embargo, las decisiones futbolistas más trascendentes han estado referidas a su voluntad o consejo.

El aporte del exitoso empresario televisivo se circunscribe al aspecto económico. Efectivizó pagos de premios por objetivos alcanzados y sumó futbolistas, varios de ellos de alta jerarquía. Esos jugadores fueron acercados con el costo de importantes honorarios a cargo del club, que muchas veces actuó apenas como vidriera, siendo convidado de piedra en posteriores transferencias.

La financiación del plantel profesional es un elemento central en los clubes de fútbol, pero no se trata de lo único. Un proyecto integral debe estar apoyado sobre bases sólidas, vinculadas a la atención y los beneficios para los asociados, las actividades amateurs, la infraestructura, las divisiones inferiores y el ordenamiento contable, al cual los aportes de Tinelli no contribuyeron. Una entidad sustentable no se construye sólo con el paso de jugadores de renombre.

La institucionalidad de un club centenario y señero del fútbol argentino como San Lorenzo no puede ser obviada. Marcelo Tinelli decidió no participar de la vida política azulgrana, aunque adelantó con continuará acercando futbolistas. Será entonces tarea de la Comisión Directiva limitar su accionar a ese aporte, documentándolo con claridad y asociándose en las ganancias y las pérdidas. Las decisiones deberán estar solamente en manos de quienes hayan sido elegidos por los socios para conducir el club. Probablemente el conductor se impondría en elecciones, pero no es algo que haya sucedido y esa suposición no alcanza para darle de hecho un mandato que la masa societaria no le entregó.

La organicidad de San Lorenzo en tanto sociedad civil sin fines de lucro es la que debe primar; su orden estatutario no puede situarse detrás de ninguna persona. (Foto: Elonce.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 10 de julio de 2012

Riquelme, su verdad y las interpretaciones

“Le comuniqué al presidente que no voy a continuar. Amo a este club, voy a estar agradecido por siempre con la gente de Boca. El compromiso que tengo es muy grande, pero me siento vacío y no tengo nada más para darle al club. Estoy agradecido, a mis compañeros, al cuerpo técnico y a los dirigentes. Es una decisión mía. Yo no puedo jugar a la mitad. Llevo 16 años en el fútbol. Llegué a lo máximo, pensé que no iba a jugar una final de Copa nunca más. Ahora sólo quiero ir a mi casa, abrazarme con mis hijos y comer asado con mis amigos”.

La voz entrecortada de Juan Román Riquelme cerraba así su tercer ciclo vestido de azul y oro. Los periodistas que se encontraban en la antesala del vestuario visitante del estadio Pacaembú eran testigos de una noticia que eclipsaría incluso la derrota de Boca en la final de la Copa Libertadores.

Pese a sus dichos, las interpretaciones de la prensa recorrieron dos caminos, ambos a partir de la suposición del descontento del ídolo xeneize. Por un lado, se especuló con una ruptura con el entrenador, y, por otro, con el presidente. De ningún modo fueron lógicas infundadas, porque Riquelme ha tenido marcadas diferencias con Julio César Falcioni y con Daniel Angelici.

El número diez y el DT han expresado públicamente y en la cancha –uno con su juego, el otro con la disposición de sus equipos- distintos modos de entener el juego. Se trató entonces de una conveniencia forzada, muy friccionada en la llegada del entrenador y más llevadera con el paso del tiempo. Más o menos ríspida, nunca fue una relación basada en la confianza.

En tanto, Angelici renunció en su momento a la tesorería de la institución en desacuerdo con el contrato que se le había ofrecido al jugador, el mismo vínculo que ahora como presidente desea que cumpla. El futbolista había dicho en la campaña electoral que se quedaría en el club si Jorge Amor Ameal continuaba al frente de la Comisión Directiva, pero que no sabía qué haría ante un cambio de autoridades. La mirada que le dirigió Angelici segundos antes del anuncio de su partida no es posible entre dos personas a buenas.

Pero lo concreto es que las palabras de Riquelme no apuntaron ni al técnico ni al presidente. Contrariamente, les agradeció. De haberse sentido a disgusto con alguien, lo hubiese expresado, como lo hizo nada menos que con Maradona y en la Selección.

A lo largo de su carrera ha sido muy valiente dentro y fuera de la cancha. Callarse o mandar a decir no va con él. Lo que hayan afirmado quienes se jactan de ser sus confidentes correrá por su cuenta, tanto como las elucubraciones de los intérpretes de los medios. Riquelme puntualizó en el desgaste mental y físico, el mismo que lo hizo jugar poco en las pasadas temporadas. Esa fue su verdad, la única que cuenta.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com 

martes, 3 de julio de 2012

Festejos impensados

El Monumental explotó en un grito unísono con las lágrimas y las enloquecidas carreras de los protagonistas. La algarabía hasta derivó en festejos en el Obelisco. Días más tarde, el pueblo azulgrana rebalsó su estadio con una colorida fiesta y una efervescente celebración posterior. El cierre de la temporada 2011-2012 dejó las postales de los festejos de River y San Lorenzo. Pero no fueron por haberse quedado con el Clausura o la Copa Libertadores. Muy por el contrario, el Millonario desgarró gargantas por el ascenso a la primera división y el Ciclón emocionó a los suyos a partir de la permanencia en el círculo privilegiado.

Hasta la última de las 38 fechas de la primera B nacional tuvo que penar River para volver a Primera. Impuso su peso específico y la jerarquía individual del plantel más rico de la categoría para compensar su colectivismo anémico. Lo despertó de la pesadilla que duró un año el triunfo frente a Almirante Brown y fue entonces cuando todo River reeditó festejos de verdadera gloria para el logro más pequeño de toda su historia.

Pero saberse otra vez en el lugar que le es propio no trajo paz en Núñez. Daniel Passarella, Matías Almeyda, Chori Domínguez y Fernando Cavenaghi concitaron la atención mediática por la salida del club de los dos futbolistas. El presidente, el entrenador y los dos emblemáticos jugadores protagonizaron una historia sin buenos y repleta de medias verdades. Entre miserias y con River de rehén, también tuvo un actor con un apellido dorado en la historia riverplatense: Sívori. Néstor, hijo del legendario y desaparecido Cabezón, es el representante de Domínguez y Cavenaghi.

San Lorenzo llegó a la última fecha de la temporada con el objetivo de pelear por la permanencia en una reválida. Estuvo a 60 minutos de irse al descenso directo; lo salvó la desastrosa campaña de Banfield. Conservó su lugar tras imponerse en la Promoción ante Instituto. En el partido de vuelta ante los cordobeses, el Nuevo Gasómetro lució con una euforia y una concurrencia como hacía mucho tiempo no se lo veía. El Ciclón, que supo de la penuria del descenso, celebró a rabiar no caerse de la primera división.

En el instante en que terminó el partido, la gente insultó a la Comisión Directiva liderada por Carlos Abdo. Vibró con el festejo que menos hubiese imaginado al iniciarse la temporada y luego condenó el proceder de amparar barras, romper con la institucionalidad, desproteger a Leonardo Madelón, no haber reparado los destrozos en una tribuna pasados dos meses del temporal que la daño y el desmanejo que colocó al club en una posición de absoluta vulnerabilidad.

Mientras River festejaba el ascenso a la primera división y San Lorenzo el hecho de haberse mantenido ahí, el cuadro surrealista del fútbol argentino lo completó la consagración de Arsenal de Sarandí, alzándose con el título del Clausura 2012. Un final de temporada con celebraciones particulares, impensadas en otros tiempos.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com