martes, 27 de septiembre de 2011

El desafío de probar lo evidente

El inédito tránsito por la B Nacional y el deterioro del estadio Monumental, histórico coliseo deportivo y musical, son la prueba más contundente del vaciamiento al que fue sometido River. El fútbol, su actividad madre y razón de ser como institución, expone con crudeza la implosión que sufrió; porque el daño fue hecho desde adentro.

Ante la presentación particular de un abogado por lavado de dinero y administración fraudulenta, la Justicia ordenó una serie de allanamientos que apuntaron a José María Aguilar, ex presidente del club; Mario Israel, su lugarteniente, y Daniel Passarella, actual titular de la Comisión Directiva. Magistrados, fiscales y letrados tienen como tarea demostrar lo evidente de acuerdo a la jurisprudencia establecida. Presiones e intereses continuarán jugando fuerte, porque si River llegó a esta situación fue por complicidad, omisión y desinterés de distintos sectores.

Las implicancias legales incluyeron a la AFA, que en estos momentos se aboca a un problema que le preocupa mucho más y es la injerencia de los tribunales naciones en la renovación de sus autoridades. La movida nació de la obsesiva cruzada del empresario Daniel Vila por llegar al despacho principal de la sede de la calle Viamonte. Por primera vez en más de 30 años, el status quo de la casa matriz del fútbol nacional parece al menos ladearse un tanto.

Exitosos en su vida laboral, la mayoría de los presidentes de los clubes argentinos han dejado esa bonanza para ser malos administrados ad honorem de instituciones sin fines de lucro. En un ambiete profesionalizado en todos sus estamentos, habría que considerar sincerar la situación de quienes toman decisiones. Además, las internas de los clubes parecen haberse convertido en las divisiones inferiores de la política nacional, provincial o municipal, con padrinos, costosas campañas electorales, operaciones de prensa y diversos artilugios. La disputa territorial comienza a dirimirse cerca de la pelota.

El fútbol argentino generó futbolistas de elite mundial y equipos de destaque. Todo eso siempre pareció ser a pesar de la dirigencia que lo conduce y nos gracias a ella.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 6 de septiembre de 2011

Mohamed entornó una ventana que nadie quiere abrir

La barrabrava de Independiente tiene capacidad de decisión, sea para avalar un proceso o para sentenciarlo agotado. Esta vez marcó el camino de salida para Antonio Mohamed. El técnico señaló a ese sector como el responsable de su renuncia; aunque marcó que los insultos y la marcha fúnebre que se escuchó en la salida de los jugadores del estadio Libertadores de América tras la derrota ante Boca fueron digitados.

“A mí me echó la barrabrava, ellos forzaron la renuncia. Hubo gente que gritaba por una orden. Está muy claro que lo que pasó no fue espontáneo. Se trató de un mensaje muy claro”. Frontal y sin eufemismos, el entrenador se refirió a una cuestión que parece invisible para dirigentes, fuerzas de seguridad y organismos públicos de control. Una realidad muy nítida que muchos no quieren ver.

La barra de Independiente consiguió financiar un costosísimo viaje a Japón, para ver la final de la copa Suruga Bank. En Shiuzoka, antes del choque frente al Juwilo Iwata que sería derrota por penales, apretaron a los jugadores y le exigieron dinero al cuerpo técnico. La negativa fue el punto de inflexión.

Uno de los que estuvo en tierras asiáticas fue Pablo Álvarez, conocido en las tribunas como Bebote, mandamás de la barra del conjunto de Avellaneda y una de las caras más visibles de Hinchadas Unidas Argentinas, la conjunción de barras de distintos clubes que estuvo en Sudáfrica 2010 y presta su apoyo a distintos sectores políticos de acuerdo a la conveniencia. Junto con alrededor de 200 de sus hombres, también había dicho presente, listo para imponer voluntad con sus métodos, en la última Asamblea Anual de socios en la que se aprobó el ejercicio económico.

Tras despedirse del plantel, Mohamed recordó que Julio Comparada, presidente del club pasó por el vestuario inmediatamente terminado el partido del domingo y que se retiró poco antes de que apareciese la intimidante presencia de los violentos. Entonces, analizó que lo sucedido es esperable cuando “un club no está bien manejado y manda la barra”. Cristian Mattera y Leandro Battafarano fueron los dirigentes de mayor peso que estuvieron en el predio de Villa Domínico. En la víspera del choque ante Boca, el secretario general había dicho que la continuidad de Mohamed no dependía del clásico, mientras que el presidente del Departamento de Fútbol había postulado que se trataba de proceso que recién se iniciaba. El respaldo público a un entrenador es siempre el prólogo de su salida.

Mohamed reconoció que Comprada, en el breve tiempo que estuvo en el vestuario, tuvo un fuerte cruce con algunos futbolistas. El incidente no habría tenido por protagonista a otro que a Gabriel Milito, quien le recriminó al máximo dirigente por los cánticos de la barrabrava contra los jugadores, entendiéndolo responsable. La dirigencia quedó al margen del reclamo de Bebote y los suyos. En diciembre, habrá elecciones en la institución bonaerense.

Antonio Mohamed puso el dedo en la lacerante y hedionda llaga que la gran mayoría de los protagonistas del fútbol pretenden desconocer. Independiente está lejos de ser un caso aislado. Es un eslabón más de una larga cadena que constituye una regla en la que no parece haber excepciones. Recuperar los estadios, volver a hacerlos un lugar para disfrutar de una legítima pasión popular sin riesgos es una de las revoluciones que se debe el fútbol argentino.
(Foto: Telam.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com