martes, 26 de abril de 2011

Un torneo imprevisible desde el mando de los futbolistas

Cuando el campeonato traspasó su meridiano y quedan ocho fechas para el final, el desenlace es impredecible. En la disputa por el título y en la asfixiante puja por evitar el descenso. La síntesis es Olimpo, que pelea por mantenerse en el círculo privilegiado del fútbol argentino al tiempo que se anima a espiar de cerca la cima de la tabla.

La irregularidad dominante quedó expuesta en la derrota del líder, Vélez, como local, ante el equipo menos productivo de la temporada, Quilmes. El torneo apasiona desde la paridad, pero el nivel es bajo. Es la medianía la que empareja. Jugadores con marcadas carencias técnicas y tácticas y entrenadores estancados en el orden actual de las cosas sin ánimo de romper ese status quo configuran el alicaído medio doméstico.

Los directores técnicos son los principales responsables de la expresión colectiva de un equipo, pero transitan un período en el que, en buena medida, su derrotero está atado a las desavenencias de los futbolistas. En once fechas se vieron innumerable cantidad de errores impropios de un futbolista profesional de Primera División. Los inconvenientes para controlar la pelota y las distracciones y equivocaciones en movimientos para tapar espacios o descubrirse se multiplican cada fin de semana.

Los conductores son rehenes de los jugadores, de sus marcados errores individuales. Mientras los responsables del andamiaje colectivo pueden equivocar planteos, no acertar con los cambios y realizar lecturas incorrectas, no son responsables de las fallas elementales de los jugadores, quienes, además, muchas veces, fuerzan el trato para imponer sus condiciones.

La magra calidad del juego que se ve en las canchas argentinas es el punto cúlmine de un proceso complejo, con divisiones inferiores más preocupas por ganar que por formar, juveniles tirados a la cancha salteando etapas, futbolistas experimentados con errores de novatos y entrenadores refugiados en lo establecido como patrón. Una revolución desde los cimientos se impone para iniciar una nueva era.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@hotmail.com

martes, 12 de abril de 2011

El bronce no puede alterarse, la titularidad sí

El momento más especial de su carrera, el de los últimos pasos, se convirtió en el más amargo. Porque desde que Martín Palermo es Martín Palermo nunca tuvo un período tan aciago, en su juego y en su obsesión: el gol. Cuando era suplente en Estudiantes de La Plata en el Nacional B las cosas tampoco le resultaban fáciles, pero sabía que tenía mucho tiempo por delante para revertir ese presente. Y vaya si lo hizo.

La historia de los clubes la escriben en buena medida sus grandes futbolistas. Palermo es una parte nuclear de la Boca, hecho que no hay posibilidad de corromper. Así será para siempre. Pero el aporte individual, por mayor que haya sido, no debe estar por sobre lo colectivo; y, en este momento, sea por falencias propias o por una disposición táctica que no lo favorece, su presencia en el equipo titular no parece ser la mejor opción para el Xeneize.

Como lo merece, en cada partido, la hinchada boquense lo ovaciona. No escatima cariño para agradecerle al ídolo todo lo que le dio. Pero al margen de la cuestión sentimental de las tribunas, está el lado racional de quien conduce. Seguramente Julio César Falcioni tenga sus razones, pero mantener al disminuido ariete platense en lugar de optar por Lucas Viatri, parece un boicot a sí mismo. Aunque, al fin de cuentas, desde que llegó a Boca, el DT parece dispuesto a transitar un camino alejado de sus convicciones.

Hay muchas maneras de valorar a una gloria de un club, a un goleador con registros de otra época (en Boca anotó en 230 en 394 partidos). Mantenerlo como titular no es necesariamente una. Nada de lo que haga o deje de hacer en los diez partidos que le quedan modificará su antológica carrera. Sus goles significaron varios títulos, locales e internacionales. Que hoy escaseen no altera el bronce para la posteridad en La Ribera. Que su aporte al equipo no sea entre los once que inician cada partido, tampoco. (Foto: Telam.com.ar) Patricio Insua patinsua@gmail.com