lunes, 18 de enero de 2010

Siempre Lanús

Cuando comience el torneo Clausura, Lanús se verá en lo más alto de la tabla de los Promedios. Claro que mantener la categoría no es algo que lo preocupe en lo más mínimo. Lo que el dato revela es que se trata del equipo que más puntos sumó -162- si se toman en cuenta los últimos cinco campeonatos; es decir, las precedentes dos temporadas y media. Sin dudas, el Granate se ha transformado, gracias a grandes actuaciones y destacadísimas campañas, en un referente del medio nacional.

En ese período, el conjunto del Sur de Gran Buenos Aires obtuvo su primer título en la elite del fútbol argentino, el Apertura 2007, y clasificó en tres oportunidades consecutivas a la Copa Libertadores de América. Dirigido por Ramón Cabrero primero y luego por quien fuera su ayudante de campo, Luis Zubeldía, se instaló definitivamente como uno de los protagonistas de cada certamen local. Hasta ahora, la deuda interna pasa por el plano internacional, ya que en la Libertadores no ha logrado los desempeños deseados. La extinta Copa Conmebol obtenida en 1996 es motivo de orgullo para su gente, pero está claro que el deseo y el desafío pasan por un hacer un papel relevante en el principal certamen continental, y a eso apuntará principalmente este año.

Pero Lanús no sólo gana en la cancha. Se trata de una institución integral, con gran cantidad de deportistas amateur, instalaciones de primer nivel con continuas obras, un proyecto educativo y una gran inserción en su barrio. Por supuesto que el fútbol profesional es la principal actividad y la que permite el desarrollo de otras áreas. Y esto se debe a que Lanús no sólo es el equipo que más sumó de un tiempo a esta parte, sino también el que mejor vendió: en cesión de futbolistas recaudó más de 45 millones de dólares desde comiezos de 2007 a la fecha. Casi la mitad de esa cifra que engrosó las arcas del club ingresó por dos transferencias: las de José Sand al Al-Ain Sports and Cultural Club, de Emiratos Árabes, y Eduardo Salvio al Atlético de Madrid. Fueron, a su vez, las dos mejores ventas del fútbol argentino del último año. El caso del Toto es una prueba cabal de la fábrica de talentos que es Lanús, ya que la mayoría de esos ingresos se han generado con chicos formados en sus divisiones menores. Cuando el mercado se achica y los clubes malvenden y acuden a préstamos que luego son sólo fabulosos negocios para misteriosos grupos inversores, el Granate aparece como un oasis con futbolistas propios y grandes ventas; directas, sin intermediaciones.

Lanús carga con un mote de equipo chico que en nada se condice con su condición. Su actualidad es mérito del trabajo a largo plazo, la coherencia dirigencial y la proyección institucional. Bien quisieran varios equipos grandes tener el protagonismo, la solvencia y el futuro del ejemplar club sureño.
(Foto: Infobae.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 12 de enero de 2010

Dos que se extrañarán mutuamente

Banfield había encontrado al futbolista ideal. Goleador y jugador de conjunto, los festejos y actuaciones de Santiago Silva tuvieron un valor sumamente determinante en la obtención del Apertura 2009, el primer título en el fútbol grande de la historia del club. A su vez, el uruguayo, después de mucho andar, había dado con su lugar en el Planeta Fútbol. Acogido desde su llegada muy bien por los hinchas y valorado por sus compañeros, sus aportes y la fuerte personalidad lo hicieron referente en poco tiempo. Vestido de verde y blanco apareció fulgurante en una dimensión que no había mostrado en sus anteriores pasos por las canchas argentinas, en Newell´s, Gimnasia y Vélez. Los caminos de Banfield y Silva se habían cruzado en una conjunción perfecta. Pero, inesperadamente, la relación se rompió al no llegar a un acuerdo para la renovación del vínculo contractual.

Banfield pierde sin Silva y Silva pierde sin Banfield. La competencia aún no comenzó, pero es de prever que se extrañarán mutuamente. Y en esa presunción de quién pierde más, la peor parte parecería llevarla el Tanque, que regresó a Vélez, un club que lo cedió anteriormente por no estar conforme con su rendimiento, en el cual los simpatizantes lejos están de tenerlo entre sus preferidos y en donde deberá pelear por un lugar con delanteros como su compatriota Hernán Rodrigo López, el rendidor Leandro Caruso, el idolatrado Rolando Zárate y el ascendente Jonathan Cristaldo. Así, no será extraño verlo sentado en el banco de suplentes.

La Comisión Directa del club de sur le había ofrecido comprar la mitad del pase por la cual tenía opción en U$S 1.250.000 y un contrato superior al millón de dólares. Esas cifras, en combinación con la garantía deportiva de seguir en un equipo hecho a su medida y con fuertes ambiciones, en el cual se sintió como en ninguno otro antes, y que en el semestre previo al Mundial le permitía apostar fuerte a ser parte de la delegación uruguaya en Sudáfrica parecían una oferta inmejorable. Y de hecho lo fue, porque no apreció ninguna otra y por eso debió reintegrarse al conjunto de Liniers.

Banfield se había mostrado muy interesado en retenerlo. Del otro lado no ocurrió lo mismo. O al menos queda la sensación de que la predisposición del club fue mayor que la del goleador. La excusa de Silva de no haber atendido los requerimiento de la dirigencia por estar con el celular apagado para desconectarse y descansar en las vacaciones fue una excusa burda. Además, el representante del jugador, Pablo Betancourt, pareció siempre perseguir un interés propio que no estaba en línea con los deseos de su representado.

La institución del sur del Gran Buenos Aires buscó proteger su estabilidad económica y el uruguayo procuró sacarle rédito al mejor año de su carrera. Las dos actitudes fueron lógicas; ambos buscaron su beneficio y cada cual sabe cómo cuidar su bolsillo. Pero al ver que los dos perdían, lo mejor hubiese sido trabajar para que desaparezcan las diferencias y así llegar en un acuerdo que implicase un beneficio mutuo.

El Taladro pretendía retenerlo y el goleador aseguró públicamente que se quería quedar. Pero el binomio perfecto que había existido entre Banfield y Silva se quebró. Tal vez separados de todos modos ambos sigan en la buena senda, pero de seguro sin el otro ninguno de los dos será el mismo.
(Foto: Infobae.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 4 de enero de 2010

Estudiantes, Vélez y Banfield, los campeones

El año que ya quedó atrás dejó en las páginas más destacadas de su anuario futbolero la consagración de Estudiantes como el mejor de América, la ratificación de Vélez como un grande por vigencia y no por herencia y el inédito festejo de Banfield, nuevo integrante del cuadro de honor de los campeones argentinos.

El conjunto platense se adjudicó la Copa Libertadores de menor a mayor. Tras clasificarse en la etapa preliminar ajustadamente, en la zona de grupos avanzó también con sufrimiento, pero ya en las instancias cruciales, en los encuentros de ida y vuelta para seguir o perecer, el equipo apareció en su mejor versión: consciencia colectiva, prolija defensa, potencia goleadora y la tremenda gravitación de Juan Sebastián Verón para coordinar los movimientos de sus compañeros con precisión de relojería suiza erigieron merecidamente al Pincha como el monarca del continente. En el cierre del año premundialista, el elenco de Alejandro Sabella estuvo muy cerca de subirse a la cima del Planeta Fútbol, pero el fenomenal Barcelona ganador de todo le arrebató la corona cuando parecía suya. Por sus méritos, el León se ganó el reconocimiento de ser el mejor equipo argentino del año que ya es historia.

En el ámbito doméstico, Vélez fue quien celebró en el primer semestre. Luchó por el título hasta la última fecha con Huracán, conjunto que cosechó muchos elogios y adhesiones por su juego fluido de toques permanentes y desestructuración de líneas. Reflejo de una institución sin par en Argentina, los dirigidos por Ricardo Gareca fueron un conjunto serio, coherente y en constante crecimiento. Dinámico y de transiciones muy veloces su propuesta fue un juego vertical y con desbordes, siempre con el basamento de la solvencia para manejar los tiempos de cada partido. Vélez no sólo obtuvo el Clausura, sino que también fue quien más sumó en 2009: con 73 puntos lideró la tabla anual. Además, parió al fútbol profesional a Nicolás Otamendi, la gran revelación y una de las apariciones más fulgurantes de los últimos años en lo que a marcadores centrales refiere.

El Apertura quedó en manos de Banfield, que se dio el enorme gusto de gritar campeón en Primera División. Julio César Falcioni configuró al mejor equipo del certamen; un conjunto granítico, furiosamente colectivo, concentrado sin distracción alguna en su libreto y con un despliegue físico incansable para ahogar a sus rivales. El Taladro contó con Cristian Lucchetti en su punto de maduración justo para tener una gran presencia desde el arco, un esquema defensivo impenetrable por el centro y que siempre dobló marcas, la jerarquía y entrega de Walter Erviti y la mejor dupla delantera del año, conformada por los uruguayos Sebastián Fernández y Santiago Silva, goleador del torneo.

De vuelta al trabajo en la pretemporada estival, Estudiantes, Vélez y Banfield apuntarán a revalidar las credenciales que exhibieron para lograr la satisfacción de ser los mejores. Con varias similitudes conceptuales y diferencias de ejecución e identidad, sus virtudes los hicieron ser los campeones de 2009. La gloria que buscarán defender es la misma que otros sueñan con arrebatarle para festejar
(Foto: Elmundo.es)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com