lunes, 11 de mayo de 2009

El laberinto del arbitraje argentino

Pese a que de un buen tiempo a esta parte se ha dedicado a mostrar un perfil mediático y a sacar los partidos, Héctor Baldassi será el representante del arbitraje argentino en el Mundial que se disputará el año próximo en Sudáfrica. Tal vez técnicamente sea el mejor referí de nuestro país, pero los vicios señalados hacen que muchas veces no cumpla su función de ejercer justicia deportiva dentro del campo de juego.

En el clásico rosarino en que Central y Newell´s empataron 1 a 1 omitió al menos un par de penales, vio en primer plano el planchazo de Lucas Bernardi al Kily González sin mostrar la tarjeta roja que se imponía (apenas amonestó) y pitó o dejó de hacerlo con un triple criterio: uno en la mitad de la cancha, otro en las proximidades de las áreas y otro en la zona penal. Sin embargo, desde la mayoría de los medios deportivos se ponderó su actuación y se elogió su desempeño en el choque disputado en el Gigante de Arroyito.

El cordobés saltó a la fama una década atrás y no fue por sus actuaciones. En aquel momento se puso al frente de los árbitros que cuestionaron a Javier Castrilli cuando éste se alejó del referato argentino luego de denunciar presiones a sus colegas por parte de la dirigencia de la AFA. Desde entonces su carrera creció rápidamente. Haberse alineado del lado afista en aquella disputa más sus buenas actuaciones, apoyadas en un gran despliegue físico para estar siempre sobre la jugada y en la toma de acertadas decisiones en los partidos cada vez más trascendentes que le asignaban, propiciaron el crecimiento.

Instalado en un sitial de privilegio, Baldassi se abocó entonces a tejerse como un personaje bien visible del fútbol argentino, con actitudes destinadas a tenerlo como protagonista en la era de la televisión. Sonrisas y palmeadas amistosas con los jugadores de los equipos más poderosos y falta de compromiso real en el desarrollo de los partidos le dieron su nueva identidad acomodaticia. Pese a todo esto, Baldassi está lejos de ser de los peores árbitros del fútbol argentino; incluso, seguramente, siga siendo el más aceptable y un alivio que vaya al Mundial, si se tiene en cuenta que en 2002 lo hizo Ángel Sánchez.

Juan Pablo Pompei, de habituales malas actuaciones, este último fin de semana perjudicó claramente a Gimnasia de Jujuy ante Banfield -porque es fácil hacerlo con equipo que tenía menos de 30 hinchas en la tribuna y cuando las posibles protestas de sus dirigentes no causarían más que risas en el Comité Ejecutivo- y demostró su falta de categoría al permitir que tanto los jugadores del Taladro como los del Lobo lo cuestionasen aireadamente.

Rafael Furchi, Sergio Pezzota, Pablo Lunatti, Gabriel Brazenas y los que van apareciendo, como Néstor Pittana, completan el muy cuestionable escenario del arbitraje argentino. Claro que las malas y parciales actuaciones de los referís no tienen que ver sólo con las carencias técnicas, sino con una estructura viciada, ideada por Julio Grondona, ejecutada por Jorge Romo y avalada por los dirigentes. El mandamás de la AFA, años atrás, armó un nuevo sindicato, el SADRA –donde puso al frente al ex arbitro Guillermo Marconi-, de modo tal de dividir y reinar con lógica maquiavélica; el titular del Colegio de Árbitros se encarga del adoctrinamiento de los referís marcándoles cuál es camino si quieren progresar y los presidentes de los clubes presionan en Viamonte 1366 a sabiendas de que lo que hoy se les quita mañana se les da. Sólo así se entiende que, por ejemplo, Gustavo Bassi, siempre un pésimo árbitro, haya sido designado para varios clásicos y encuentros determinantes en el último año.

La salida de Horacio Elizondo de la Dirección de Formación Arbitral por haber intentado algunos cambios marca que el status quo no se modificará y que el referato argentino continuará sembrando dudas y dándole argumentos a los que tengan las peores sospechas.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

2 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

Patricio:

Sabés que a este tema le dedico gran parte de mis esfuerzos periodísticos, aun estando momentáneamente lejos.
Hacer la plancha es lo habitual en los árbitros una vez que tienen claro que irán al Mundial. Lo mismo hizo Elizondo en los dos años previos a viajar a Alemania.
Este es el peor momento del arbitraje argentino, ya que todos los que ahora están arriba se hicieron con la gestión de Romo. Salvo algunas honrosas excepciones, que las hay, el resto se divide en mediocres que están donde están porque el gremio al que pertenecen tenía que llenar con alguien las plazas que políticamente se le asignaron y en los que siendo capaces prefieren abonar a la certeza de que "no hacer olas" será la mejor forma de prosperar en un sistema que está estructuralmente podrido.
Otra faceta de la Argentina de los últimos años, que no detiene su caída libre de valores.

Un abrazo.

Patricio Insua dijo...

Fernando, sé que pese a la distancia sos uno de los periodistas que más sabe y mejor información tiene sobre los manejos del arbitraje argentino. Por eso, si tus comentarios siempre son para mi un honor, en esta oportunidad lo es aún más.
Un fuerte abrazo.