miércoles, 13 de febrero de 2008

La tan mentada presión

El arranque de San Lorenzo en este comienzo de temporada estuvo muy lejos de la ilusión que había despertado en sus hinchas. El conjunto dirigido por Ramón Díaz perdió 2 a 0 en el Nuevo Gasómetro ante Newell´s en la primera fecha del torneo Clausura y también cayó derrotado, por el mismo marcador pero todavía con peor rendimiento, frente a Caracas en Venezuela en el estreno copero. Al conjunto caribeño le alcanzó con empuje y lanzar pelotazos aéreos contra la endeble defensa azulgrana para debutar con victoria en el Grupo 1.

Si bien los futbolistas más encumbrados, como lo son los de San Lorenzo, disfrutan de lo que hacen al tiempo que ganan muy buen dinero y fama –un bien no tangible, pero muy apreciado en estas sociedades mediatizadas del siglo XXI-, la presión es algo que aparece y muchas veces es difícil de sobrellevar. Necesidad de un festejo grande en el año del Centenario, obsesión de los hinchas ante la esquiva copa Libertadores, importantes contrataciones con hincapié en la festiva recepción a Andrés D`alessandro y pomposa estridencia mediática. Todos estos son elementos que evidencian su peso en el Ciclón.

Si se toman en cuenta los partidos disputados en el torneo de verano –los cuales suelen ser usados por esos mismos medios del establishment para inflar o denostar a los tradicionales grandes-, los malos rendimientos acumulan siete partidos sin victorias y un promedio de un expulsado por encuentro. Incluso, las bajas producciones y la ausencia de buenos resultados se extienden desde el pasado Apertura ganado por Lanús.

Así, aparecen las falencias futbolísticas. El frustrado pase de Orión al Napoli de Italia repercutió en la semblanza del arquero y eso se nota en la cancha. Lo mismo pasó ya con Andrés Silvera. La inseguridad del arquero se traslada a una defensa que no logra actuar como dique ante los ataques rivales. En tanto, los mediocampistas se ven desbordados, principalmente en el sector central, y con poca llegada al arco rival, lo que termina por partir el equipo.

Cuando técnico de River, Díaz consiguió la Libertadores con un esquema mezquino a la hora de jugar lejos del Monumental. Ahora pretende repetir esa receta pero aumentada. De esta manera, decidió ir a jugar contra el Caracas -un equipo reforzado con argentinos que aquí jugaban en Primera B, como Federico Barrionuevo- con un único delantero (Silvera) y un solo volante con clara prioridad de ataque (D`alessandro). San Lorenzo planteó el partido con una cautela extrema. Ningún equipo argentino, ni los equipos más modestos en sus últimas incursiones internacionales, fue a Venezuela con tantos temores. Al menos Daniel Bilos debería haber estado desde el comienzo. En tanto, Adrián González le da variantes al equipo por el lateral derecho y es una garantía con su pegada en las pelotas detenidas; pero no es definitivamente titular y su crónica alternancia entre el once inicial y el banco hipoteca su aporte.

Si bien malo, es apenas el comienzo y San Lorenzo está a tiempo de revertir la situación y dar pelea en el torneo que decida priorizar, que obviamente será la copa. Las dos derrotas en tres días preocupan sobre todo por el modo en que se consumaron. Ramón Díaz tendrá que dejar a un constados sus miedos y trabajar en dos sentidos: en el aspecto futbolístico, para afianzar un esquema de juego sólido que minimice los riegos que debe tomar un equipo con aspiraciones de campeón, y en el aspecto psicológico, para restarle presión a sus jugadores, como lo hizo en la última conquista local, y poder aprovechar el muy buen potencial del plantel del que dispone.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

miércoles, 6 de febrero de 2008

Caro y lejos de lo mejor

La premisa del negocio que se alimenta del fútbol es clara: multiplicar los hinchas mediáticos. Es decir, que la pasión de los seguidores no se desarrolle en la inmediatez de un estadio, sino frente a una pantalla de televisión, servicio por el cual hay que hacer un desembolso. Con este afán, la Asociación del Fútbol Argentino elevó en un 70 por ciento el precio de las entradas populares para llevar las de Primera División a 24 pesos.

Habitar una tribuna popular suele ser una odisea. La misma se inicia con caóticas colas para conseguir una entrada. Accesos inaccesibles y maltrato policial y trato referencial para los barras son lo que sigue. Ya en el cemento de la tribuna el desafío es encontrar un lugar en el cual eludir alambrados, banderas, postes y demás para intentar una visión lo mejor posible del campo de juego. Baños inutilizables y, si hay hambre o sed, choripanes bien añejados y gaseosas tibias completan el combo. Todo al módico precio de 24 pesos, para establecer la estafa al hincha.

Así las cosas, un par de entradas para llevar al nene a la cancha, la movilidad para llegar y algo para entretener el estómago igualan, en un solo fin de semana, el costo del abono del cable. Sin violencia y en la comodidad del living propio, la televisión paga aparece como la mejor opción. Más abonados y clubes que siguen despojados de lo que les correspondería hacen las delicias de los dueños de la pelota.

Con este aumento muchos quedarán excluidos del fútbol, ya que apenas podían llegar a los 14 pesos de otrora. Para ellos ya no habrá cancha, ni menos cable. Pero las populares seguirán bien pobladas, ya que quienes todavía pueden harán el esfuerzo. La pasión lo vale. Así, los beneficios para quienes cranearon esta medida serán redondos: mayores recaudaciones en estadios que seguirán con una gran concurrencia (quedando garantizado el contexto festivo) y más abonados al cable. Aquellos que no tienen poder adquisitivo no interesan, su suerte es lo de menos. Cualquier semejanza con el país todo no es mera coincidencia.

Desde la AFA -como siempre carentes de cualquier pudor- se mencionó que de seguir ciertos índices nacionales el costo de las populares tendría que haberse establecido en 37 pesos. Se deben haber sentido ofendidos al no encontrar una peregrinación de hinchas hacia la sede de la calle Viamonte para agradecerles semejante generosidad. Tal aseveración de la cúpula dirigencial del fútbol argentino desafía, además, al gobierno nacional al plantear una inflación mucho mayor a la oficial. Desde la Casa Rosada existe un fuerte control de precios sobre diversos productos, pero ni una voz se escuchó en este drástico aumento en la actividad de ocio más popular. El poder de la AFA y del monopolio mediático es intocable.

Este incremento guarda una perla de lujo. Con las nuevas tarifas, los clubes locales deberán hacerse cargo de pagarles a los árbitros, así como de solventar sus gastos y traslados. Seguramente este pago no se hará de forma directa de un representante de la Comisión Directiva del dueño de casa a la los colegiados, sino que será vía AFA. Pero de todos modos la situación genera una peligrosa nebulosa. Que un club le paga a un árbitro es de por sí algo conflictivo y tenderá un manto de sospechas difícil de disipar.

El aumento de entradas se anunció como al pasar, como si tal cosa. Las repercusiones en los medios más consumidos, que son los muchos en los que tiene participación el emporio mediático más poderosos del país, fueron efímeras. El fútbol sigue siendo la materia prima y absoluta con la cual unos pocos hacen un negocio fabuloso, mientras que clubes, técnicos, jugadores y público siguen siendo cooptados, abusados y despojados.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com