miércoles, 28 de marzo de 2007

Ramón versión 2.007

Desde que el hombre fue confirmado como nuevo entrenador de San Lorenzo su nombre, en la prensa, superó al de la propia institución. Ramón Ángel Díaz reapareció en el fútbol argentino y su figura eclipsó incluso a la del Ciclón, peso pesado de la historia del fútbol argentino. Absorbió la presión y la transformó en tranquilidad para su plantel. Pero por estar alejado de la palestra por buen tiempo, su vuelta a la actividad generó interrogantes en el mundillo futbolero, hasta en los propios simpatizantes cuervos. Muchos lo miraban de costado. Pero el hombre en cuestión se encargó de disipar las dudas en menos de dos meses.

Esta versión 2.007 del Ramón DT aparece ampliada, mejora y corregida en relación a la que con muchísimo éxito se vio en River. Porque el riojano revalidó las credenciales que lo consagraron en Núñez y superó errores del pasado. Ratificó que es un excelente lector de partidos en dos sentidos, tanto en lo que refiere a la elección de los futbolistas adecuados, como a la actitud que debe tomar el equipo en cada circunstancia. El Pelado tiene un agudo olfato para formar su equipo con los once futbolistas más adecuados para circunstancias y rivales determinados sin resentir la estructura. Cultor de evitar cambios ociosos, sus reemplazos buscan siempre quebrar el orden imperante, ya sea para ir a buscar o para evitar que se le acercan a su arco. Esto se asocia con su buena lectura de los momentos de un encuentro, con saber en qué momento apostar fuerte al ataque y cuándo arremangarse para no hacerse vulnerable. Esta visión táctica con dosis de pragmatismo de Díaz se aprecia más claramente en este San Lorenzo que en aquel River por la sencilla razón de tener menos ahora que antes.

Y todo esto con prácticamente el mismo material del que dispuso su antecesor, Oscar Ruggeri. Aureliano Torres, Gastón Fernández y Cristian Ledesma fueron quienes llegaron con Ramón. Por los dos últimos el riojano le pidió a la Comisión Directiva que no escatimara esfuerzos. Su respuesta fue hacer armas fundamentales de su equipo a un jugador que no era tenido en cuenta en River y otro que estaba en Argentinos Juniors. Además, echó mano de lo que tenía dentro. Así, optó por Agustín Orión (tal vez técnicamente menos que Saja pero emocionalmente más aplomado) como arquero, colocó a Jonathan Botinelli ya no en el lateral izquierdo sino como segundo marcador central y optó por Santiago Hirsig de mediocampista y no de enlace.

Más reflexivo y menos irónico, no perdió sin embargo su esencia (por ejemplo a la hora de hacer sus apuestas públicas con Mauricio Macri). En determinadas circunstancias Ramón Díaz portó una etiqueta que lo hacía poder ser visto sólo como técnico de River, entendiéndose esto más como una limitación que como un elogio. Lo hecho hasta el momento en San Lorenzo no lo convierte en el mejor técnico argentino, pero sí pone en evidencia la capacidad como conductor y estratega del otrora electrizante goleador.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 19 de marzo de 2007

Las dos realidades

La noticia, de entrada, parecía una broma. Más tarde, hecha realidad, se convertía en una sorpresa de enormes proporciones. Lo cierto es que la FIFA colocó por primera vez en el primer puesto de su ranking a la selección argentina. ¿Cómo? Así es. Al menos para los genios estadistas con sede en Zurich, quienes con un sistema de puntuación absurdo por cualquiera de sus costados elaboran una tabla de puntuación que hoy tiene a la selección de Alfio Basile como líder.

Hay una realidad concreta y tangible. Se reflejó en los medios de todo el mundo y mostró que nuestra selección encabeza el escalafón que la FIFA elabora mensualmente. Esa es la realidad de los escritorios, invento comercial que auspicia la gigantesca multinacional Coca Cola y firma la federación deportiva más importante y rica del mundo. Hay otra realidad, también concreta y tangible. Se trata de la que expone que la selección argentina no es la mejor, la número 1, como promocionan Blatter y los suyos. No lo puede ser un equipo que quedó eliminado en los cuartos de final de la Copa del Mundo, certamen en el cual sólo ganó sus dos primeros partidos ante los debutantes Costa de Marfil y Serbia y Montenegro. Menos aún si de los tres encuentros post-mundialista dos fueron claras derrotas ante Brasil (0-3) y España (1-2). El tercer amistoso sí fue victoria, y aunque sin brillar de peso: 1 a 0 ante Francia, subcampeón del mundo, en París. Valioso triunfo, pero de ningún modo justificativo suficiente para el desmesurado punteo en el ranking FIFA.

Muy bien por Basile. El Coco, sabedor que el equipo que quiere está aún en su mente y de ningún modo en el campo de juego, minimizó la cuestión. No se colgó la medalla, porque sabe que su selección no es la mejor del mundo. Desea que lo sea, pero sabe que ese anhelo habita en el futuro y no en el presente.

Argentina, por jerarquía y peso propio, puede ganarle a cualquiera. Es una potencia. Está en condiciones de imponerse ante cualquier equipo en 90 minutos de juego. Para la FIFA la selección albiceleste es la mejor. Para quienes ven fútbol sin interés alguno de llenarse los bolsillos, sin aristas corporativistas, está claro que Argentina no ha obtenido los resultados ni exhibido los rendimientos necesarios para ser colocada en la cima de Planeta Fútbol.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 12 de marzo de 2007

Mostaza light

A primera vista, Carlos Reinarlo Merlo es un hombre duro. De fuertes códigos. No da la impresión de ser un hombre que retroceda cuando tiene delante algo que no es de su gusto. Forjado en un fútbol de guapos, sacó chapa de tal nada menos que en River, el único club de su vida y cuyos colores vistió en más de 500 oportunidades en Primera División. Sin embargo, este Merlo DT que parece estar dotado de una coraza de hierro tiene en realidad una armadura de caramelo.

En su segundo ciclo como técnico millonario, Merlo vio como sus dirigidos, comandados por Marcelo Gallardo, le reclamaban de brazos cruzados por su idea de juego. Inmerso en un laberinto en el que se descubrió cuando estaba ya en su tramo más intrincado, salió por la única puerta posible: la renuncia.

Aunque hasta ahora con final distinto, la historia se le repitió en Racing. El plantel no mostraba sintonía con el DT, quien entonces optó por hacer su demostración de poder: separó a Panchito Maciel del grupo de profesionales. Claudio López, con pocos días en Racing luego de una década de ausencia pero con chapa de ídolo, encabezó la demanda de todos sus compañeros para pedir el retorno del futbolista forzado al exilio. No omitió, además, decírselo a los periodistas. Otra vez, también en verano como aquella, Mostaza asistía a la sublevación en su contra. Pero el final fue otro, al menos por ahora. Merlo disfruta hoy de una tregua. Para gritar a los cuatros vientos que es él quien manda citó a la prensa para una demostración patética. Aclarando de antemano que no se aceptaban preguntas buscó explicar lo inexplicable, para que después el Piojo López, a su lado, dijese que no había dicho lo que sí dijo. sentenció que no se aceptaban preguntas, aunque no aclaró de quien, porque menos de medio minuto después de haberse levantado de su silla ya estaba siendo entrevistado por quien lo emplea cuando no tiene trabajo como entrenador.

Los equipos dirigidos por Merlo no se han caracterizado ni por sus buenos resultados, ni mucho menos por su juego. Por su puesto que los hinchas de Racing gritarán a rabiar que fue quien les dio el primer campeonato luego de casi cuatro décadas. Es cierto. Pero, aunque le sea al fanático académico imposible analizarlo, bien cabe recordar de qué modo ganó Racing aquel Apertura. Al pasar, vale señalar que disputó la última fecha de aquel certamen, la consagratoria frente a Vélez, el 27 de diciembre de 2001, con un país incendiado en la peor crisis de su historia. La fecha se había suspendido, pero Racing tenía que salir campeón. Fue el único partido que se disputó, el resto de la fecha se completó al año siguiente, 40 días más tarde.

Carlos Reinaldo Merlo se sostiene como técnico de Racing. Tal vez lo haya salvado ese golazo de Maximiliano Morales desde 35 metros a Lanús. Merlo, por ahora, resiste.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

viernes, 2 de marzo de 2007

Si te he visto no me acuerdo

El status habitual del fútbol argentino es definitivamente el reino de lo increíble. En este contexto, apareció la noticia que daba cuenta de la visita de hinchas de España y México (entre otros países) al seno de la barra brava de Boca, comandada por Rafael Di Zeo, para asesorarse en temas como manejo de entradas, ingreso de banderas a los estadios y organización del traslado de muchedumbres de una ciudad a otra.

Di Zeo y los suyos se conducen por los pasillos de Boca con total cotidianeidad. Son socios y por eso puede vérselos en casa amarilla cada semana disputado un picado en alguna de las canchas auxiliares. Tienen un vínculo estrecho con los jugadores, a los cuales suelen llevar a las peñas xeneixes fuera de la Capital Federal. Entradas y viajes dan cuenta del vínculo de la barra con la dirigencia de Boca. Pero la tranquilidad con la que el líder de La 12 dice no tener ninguna relación con Mauricio Macri y el desconocimiento que habitualmente el presidente de Boca asegura tener de las actividades del barrabrava y su grupo llevan a pensar absolutamente lo contrario. Así, parece evidente que existe un acuerdo entre ambos por el cual se intercambian favores bajo la premisa de hierro de negarse mutuamente.

Por ejemplo, Di Zeo asegura que no se dedica a la reventa de entradas, simplemente porque, según sus palabras, las que tienen (la barra brava) no les alcanzan; de lo que se desprende que desde el club les dan tickets. Estos y otros muchos beneficios obtienen los bravos xeneixes; porque Macri no pretende combatirlos, sino sólo esconderlos, despegarlos de su figura para que no embarren su carrera política. A fin de cuentas, después de todo, Macri y Di Zeo tienen algo en común: ambos utilizaron y utilizan a Boca para un rédito personal.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com